La nueva sede de la Iglesia evangélica de Stuttgart ocupa el espacio de un monasterio dominico del siglo XV destruido durante la Segunda Guerra Mundial e integra sus vestigios.

El proyecto remplaza la inconexa propuesta de reconstrucción de posguerra y propone una nueva ala adosada al muro preexistente de la nave de la iglesia, que marca a su vez el acceso al complejo a través del patio central.

Con un tradicional aparejo de ladrillos rosados, el nuevo edificio restaura el carácter unitario del cenobio transformado en hospital durante la Reforma, aunque el libre tratamiento de los huecos matiza la uniformidad.

Un edificio en L con espacios de formación, oficinas y una gran sala de conferencias se articula a través del patio central con la iglesia, que en una fase posterior se consolida y completa con una nueva tribuna para el órgano.