Rotemburgo fue una de las ciudades alemanas que no sufrió la devastación de la ii Guerra Mundial, de ahí que conserve un importante casco histórico en el que conviven las huellas medievales con las barrocas. Entre estas destaca el conjunto palaciego episcopal, que en su momento se organizó en torno a la iglesia de San José, demolida a finales del siglo xviii. En el solar dejado por esta construcción se ha erigido ahora un edificio que alberga la curia y el archivo diocesanos, un proyecto cuya planta se inspira en la traza barroca, y cuya fachada evoca el escultórico alzado de la iglesia demolida.

El nuevo edificio está formado por dos cuerpos. El principal asoma a la plaza y funciona como charnela de las dos construcciones colindantes, mientras que un pabellón trasero y dispuesto perpendicularmente al anterior se extiende hasta completar al estrecho y alargado solar disponible. Entre ambos se sitúan los núcleos de comunicaciones, dando pie así a una organización legible y funcional.

Cada uno de los dos cuerpos presenta un carácter diferente. Abierto a la plaza, el más representativo se define por un paramento de ladrillo recortado mediante curvas sinuosas y se perfora con 21 cajas de vidrio. Por su parte, el volumen posterior, destinado a oficinas, matiza su extenso alzado gracias a la percepción dinámica sugerida por la disposición en zigzag de sus grandes ventanas recercadas de madera.