La propuesta parte de la eliminación de los cuerpos que, desde mediados del siglo xix, se fueron adosando a la fachada Sur del edificio preexistente. Con ello se genera un vacío limitado por los tres paños correspondientes a las crujías del siglo xvii. Este vacío se ocupa con un volumen de nueva planta y lenguaje contemporáneo, separado de los tres paños preexistentes para hacer visible la hasta ahora oculta fachada neridional del Salón de Reinos. La nueva pieza alberga los usos accesorios del museo, y se abre hacia el Sur a un espacio al aire libre dispuesto a modo de zócalo y que discurre por la mayor parte de la fachada.

La entrada del público general se sitúa en el punto donde la calle se acerca más a la cota en planta baja del edificio, de manera que se produce un cambio del eje de acceso y, por tanto, también del centro de gravedad visual y funcional del conjunto, que queda desplazado hacia el Este. Se trata de una decisión intencionada que se refuerza mediante la incorporación al alzado Sur de un elemento característico y con gran presencia urbana: un soporte para la cartelería concebido al modo de un tríptico urbano de grandes bastidores metálicos y abatibles cuya modulación continúa y a un mismo tiempo rompe el ritmo del resto de la fachada...[+]