En un pequeño vacío urbano en esquina, junto a una librería ya inexistente en la que se fraguaron las sangrientas manifestaciones que trajeron la democracia a Corea del Sur en el año 1980, se construyó un sencillo manifiesto de arquitectura contemporánea: una cabaña para todos, abierta y amable, como celebración de la libertad democrática que supone el uso individual y colectivo del espacio público.

Como punto de partida, el proyecto implementó dos estrategias complementarias. En primer lugar, se decidió preservar los árboles existentes en la parcela. A continuación, se llevó a cabo la limpieza estratégica del plano del suelo, que una vez liberado de las preexistencias, se convirtió en soporte neutro listo para acoger las actividades cotidianas las venticuatro horas del día. Con diferentes tratamientos, colores y texturas, el pavimento está compuesto por piezas de un único material; algunas de las cuales se elevan del suelo dando lugar a una serie de bancos, mesas o altares urbanos donde reunirse o conectar. Una pérgola ingrávida, revestida de chapa perforada y sostenida mediantes tensores de acero anclados a unos mástiles inclinados, ilumina el espacio mientras dibuja el contorno invisible del espacio liberado por los árboles...[+]