Situada en las afueras de Basilea, la sede de la biofarmacéutica Actelion se presenta como una superposición aparentemente azarosa de barras cuya visión desde el exterior no aclara la lógica funcional de los espacios, en contraste con el entorno semi-industrial de formas rígidas y definidas. Frente a esa impresión general, las plantas revelan cuáles son los puntos de coincidencia entre niveles que permiten la continuidad de la estructura.

A petición del cliente, el edificio debía fomentar la comunicación entre los usuarios, lo que se convirtió en el tema central del proyecto. Las plantas están así formadas por un conjunto de barras de 6,70 metros de distancia entre ejes de estructura, y longitud y orientación variables, que se colocan alrededor de un vacío central, cruzándose cerca de las esquinas y apilándose hasta cinco niveles de altura. Como cruces de caminos que son, las áreas alrededor de los encuentros sirven como espacios para la comunicación; en ellos se sitúan las salas de reuniones, las aulas de formación y las zonas de descanso equipadas con pequeñas cocinas y asientos para el intercambio informal de ideas entre los trabajadores.

El acceso presenta una planta en forma de cruz, como un vestíbulo continuo en el que el tema de la comunicación y la apertura sigue presente. Desde la recepción, ubicada en su centro, parten cuatro alas con un auditorio de 120 butacas, el restaurante, con capacidad para 230 empleados y abierto hacia el patio interior, la cafetería, varias salas de reuniones y aulas de formación y algunos espacios de superficie y configuración variable capaces de albergar diversos eventos. Las fachadas de vidrio permiten el contacto visual y subrayan la transparencia del edificio tanto interior como hacia el exterior, así como hacia arriba y hacia abajo, enfatizada por la inclinación de las paredes. Para lograr esta apertura visual, todas las instalaciones se sitúan en suelos y techos, evitando la presencia de instalaciones en los paramentos. El apilamiento de las vigas que contienen oficinas, aparentemente azaroso, dota a estas con vistas del exterior y de los interiores, y da lugar a terrazas y patios de tamaños y cualidades diversas que los empleados pueden usar para trabajar, descansar o reunirse.

La estructura portante consiste en bastidores metálicos que suman una longitud de 3,8 kilómetros y unas 2.500 toneladas de peso. Las piezas que componen los bastidores son perfiles rectos o tubos en forma de K o X. Para proteger la estructura frente al fuego, la construcción metálica se ha enfoscado y pintado de blanco. De este modo, los característicos elementos metálicos subrayan la ligereza visual que resume la identidad del edificio.