Este es un edificio cuyo programa suele hallarse en casas con amplios jardines. En este caso, sin embargo, se implanta en el denso centro de la ciudad. La normativa imponía una altura de tres plantas, de manera que el nuevo volumen debía incrustarse en clara inferioridad entre dos edificios de diez alturas. Este diálogo desigual marca toda la estrategia del proyecto, que articula los diversos espacios del programa en torno a un patio-jardín que se abre y escalona para buscar la luz e introducirla mediante reflejos en el interior. Hacia la calle, la residencia es un lienzo continuo translúcido de planchas onduladas de policarbonato y acero perforado, una empalizada leve sobre la que asomarán las copas de los árboles de cubierta.

Como la fachada posterior da a un pasaje muy estrecho, de apenas metro y medio en la planta semisótano, los espacios de la residencia y centro de día y, en especial las circulaciones y espacios comunes, se estructuran alrededor del patio que se va ampliando a medida que se asciende. Este espacio abierto divide el edificio en dos volúmenes desiguales, y no sólo articula volúmenes y usos sino que se convierte en la referencia fundamental para la orientación de los usuarios dentro del centro.

En la planta semisótano se instalan los servicios, en la planta baja y en la entreplanta los talleres, gimnasio, comedor y oficinas, y en las plantas altas los tres hogares, cada uno de los cuales permite alojar a ocho personas y tiene acceso a las terrazas sobre el patio. Se ha optado por estructurar los usos fundamentales de centro de día y residencia por niveles y no por volúmenes, para así minimizar los desplazamientos verticales, ofreciendo a la residencia privacidad y contacto con los espacios exteriores. La secuencia de espacios abiertos comienza en el jardín del semisótano, cuyos bambúes gigantes se alzan varias plantas, atraviesa las terrazas de madera y acaba en la cubierta ajardinada, con sus frutales y su huerto. Estos espacios se asoman al patio y se separan de la calle mediante una vegetación más espesa y con la prolongación de la fachada, con el objetivo de aislar el ambiente interior de un entorno urbano poco amable.

La misma piel de policarbonato y plancha minionda de acero perforada que cierra las fachadas a la calle se utiliza en los testeros del patio, unificando las muy distintas geometrías y disposiciones de huecos que responden al programa interior. En el patio, un muro cortina de vidrio con elementos opacos en distintos verdes y paños transparentes fijos o practicables, multiplica con sus reflejos la presencia de la vegetación.