Ávila resulta ser una ciudad intensa y densa. La lectura de su planta, centrada y acotada por la tersa factura de su muralla, confirma esta visión. Existe sin embargo otra densidad mineral, topográfica, presente en el magnífico paisaje jalonado por rocas de granito que luchan por emerger y que, finalmente, lo logran en el trazado artificial de las murallas. Toda Ávila es en realidad esta roca en medio del duro paisaje. Aquí cualquier vacío adquiere un valor adicional que tiene que ver con la idea de contraste o con la de límite y sirve como mecanismo liberador del espacio interior, y como articulación del exterior con la ciudad amurallada. 

Con los condicionantes de una acusada pendiente y el subsuelo de granito —lo que dificulta la excavación—, tres criterios han guiado las decisiones de proyecto: densidad conceptual, generosidad en la manera de ocupar el sitio y aprovechamiento de la topografía natural del suelo. Formal y espacialmente, el paisaje, cuajado de piezas de granito, ha suministrado las referencias necesarias.

Se propone una gran explanada o plaza al borde de las murallas cuyo nivel se hace coincidir con uno de los más altos de la parcela, de manera que su prolongación genera un gran vacío interior que alojará, sin excavación, los usos requeridos. Hacia el río la explanada se va adaptando con grandes pliegues poliédricos a la topografía más baja, conservando el carácter de mirador elevado. El edificio ocupa básicamente el lateral norte del nuevo espacio público. Junto a las murallas acota la ‘plaza del nuevo mercado lúdico’. En función de la topografía, el proyecto combina dos geometrías diferentes: una ortogonal y alargada contiene los auditorios y salas principales; otra irregular, adaptada al suelo, alberga el área de exposiciones.

La edificación se desarrolla de manera que la disposición de los usos es resultado de ocupar el espacio libre que queda entre la nueva rasante de la explanada de acceso y la topografía existente. El acceso al conjunto es fácil y claro. A los auditorios principales se llega desde la plaza y por la parte más alta del graderío, lo cual permite una comprensión inmediata del espacio interior. El área expositiva tiene un acceso independiente desde las ‘quebradas’ en las que se rompe la plataforma en el límite este, y también desde el interior —bajo la plaza todos los usos están comunicados—. La zona de exposiciones en estos niveles se plantea en continuidad con las áreas de vestíbulo. Los accesos públicos se concentran en la plaza, mientras en el lado norte, donde se mantienen las pendientes existentes, se sitúan todos los servicios.