Enclavado en un paraje natural, entre la vista infinita del océano Pacífico al sur y las montañas al norte, se levanta este estudio-residencia diseñado para un artista mexicano que vive a medio camino entre Nueva York y su país natal.

La primera decisión del proyecto consistió en la construcción de un muro de hormigón paralelo a la costa de 312 metros de longitud y 3,6 metros de altura, que separa los espacios públicos dispuestos en el lado norte de los privados, volcados hacia la playa. Además, la tapia genera un camino de circulación que atraviesa todas las estancias, y actúa, al mismo tiempo, como muro interior y exterior. El programa, variado y extenso, se divide en una serie de pabellones dispuesto a lo largo del muro: un estudio situado en el extremo sureste; la casa principal, en el centro; seis pequeñas villas para huéspedes al suroeste de la muralla; y por último, una galería de exposiciones abierta al público en el noroeste. En cuanto a los materiales, el hormigón contrasta con el empleo de técnicas constructivas tradicionales. La cubierta se recubre con hojas secas de palmera real que permiten la ventilación natural del interior. Salvo en la galería, no se instalan cerramientos de vidrio para favorecer la circulación de la brisa marina durante el día y de los vientos de la montaña por la noche...[+]