Fue una revista de moda masculina la que puso en contacto al cliente con el estudio en el caso de esta unifamiliar levantada en la ciudad japonesa de Kobe. La convocatoria pedía que los lectores hicieran llegar, por medio de una sencilla postal, las ideas básicas sobre la casa de sus sueños. Si además de ello garantizaban la posibilidad de hacer frente al presupuesto de su construcción y disponían de un solar en propiedad, la publicación se pondría en contacto con arquitectos de reconocido prestigio. Fue sobre todo este último requisito, hecho realidad en una parcela en primera línea de costa, frente a la isla Awaji y junto al puente Akashi (la mayor estructura colgante del país) el que más influyó en la solución final del proyecto.

La casa se configura como una torre de planta cuadrada (4 x 4 metros) que pretende rememorar el terremoto que en 1995 devastó el lugar y que permanece en la memoria colectiva de sus ciudadanos. El cliente quería que su hogar se adaptara a los previsibles cambios que antes o después tendrían lugar en su vida (se trata de un hombre solo de 31 años), por lo que se decidió que las estancias carecieran de elementos fijos para poder así alojar usos diversos. De la base enterrada de hormigón, destinada a almacén, emerge la serie de cuatro alturas que componen la vivienda: vestíbulo de acceso a ras de la calle, dormitorio en el primer nivel y estudio en el segundo; el tercero es un cubo de cuatro metros de lado desplazado respecto a la planta general, donde se ha ubicado el estar-comedor servido por una cocina adosada al muro de la escalera. Este desplazamiento final de un metro refuerza la condición de mirador del edificio: la cara que enfrenta el mar es un paño de vidrio dividido en cuatro partes por maineles de acero, con lo que las vistas lejanas se observan casi como en la lente de una mira periscópica; en el lado opuesto del cubo, un lucernario enmarca una porción de cielo, que se transforma en la sala en un cuadro de tonos cambiantes.

La torre, de 13.4 metros de altura y sin apenas huecos (excepto los ya nombrados) consigue amortiguar los ruidos cercanos de la carretera y del tren. El suelo se termina con madera de roble, mientras los muros interiores combinan el hormigón visto y el cartón yeso. La calmada visión del mar inunda las estancias, mientras la posibilidad de disfrutar del agua, en los días de verano, se consigue por medio de una pasarela de hormigón que conecta directamente la casa con la playa. Una extensión horizontal hacia el mar está ya diseñada, a la espera de que en el futuro, un cambio de la legislación nacional de costas permita llevarla a cabo...[+][+]