Casa Rolando, Mairena del Aljarafe
Guillermo Vázquez Consuegra 

Casa Rolando, Mairena del Aljarafe

Guillermo Vázquez Consuegra 


En un momento incierto, la vuelta de los sesenta a los setenta, se vivió en España el despertar de las periferias. Para la arquitectura eran tiempos de ensayo a partir de planteamientos diversos, que iban del contextualismo italiano al brutalismo británico, del mundo de Christopher Alexander a la ciudad de Aldo Rossi. Antes de esas fechas cualquier referecia a la arquitectura del país apuntaba a Madrid o a Barcelona; a partir de entonces, Galicia, Andalucía o el País Vasco fueron también noticia.

La creación de escuelas de arquitectura en esos años contribuyó a mejorar el clima intelectual en estas regiones; las primeras generaciones allí formadas se convirtieron en profesores, al tiempo que encontraban un terreno más apto para auparse al carro de la Tendenza, que irrumpía arrolladoramente. De ese momento es la casa Martínez-Gijón, una obra primeriza de Vázquez Consuegra, afín aún a la plástica de los Five. Pero los trabajos que se realizaban en la escuela sevillana en torno a las raíces tipológicas y morfológicas de su arquitectura entraron pronto a formar parte del repertorio del arquitecto.

La casa Rolando, como casa y lugar de trabajo en medio del campo, permitía establecer una analogía con las haciendas sevillanas. Como en éstas, se adoptó la organización de construcciones alrededor de un espacio central descubierto, el patio. Dos piezas dispuestas en L que albergan casa y estudio respectivamente, junto con un tercer brazo que no llegó a construirse —alberca y pérgola posmodernamente descompuesta a medida que avanza hacia el campo— definen el claustro abierto al olivar. El cuerpo prismático que presenta el conjunto frente al paisaje se logra con unas construcciones complementarias que adquieren un valor especial.

Esos elementos contienen la mayor carga gráfica y poética del proyecto, y anteponen la potencia de su imagen a su razón funcional. Tanto que parece haber dos programas superpuestos: uno, la casa estudio, y otro, el escenario que la envuelve, un recorrido metafórico por la ruina de un cortijo. Quizás así puede encontrarse justificación a la pared exenta y perforada con balcones en el testero extremo del estudio; o aquella que explica la situación de la entrada fuera del teatral atrio cubierto de buganvillas; o que se propongan como principales los recorridos más particulares hacia la cubierta y hacia el corredor de la planta alta, que de nuevo es más excusa para ordenar un ritmo de fachada hacia el patio que galería de extensión de los dormitorios...[+]