En el área de expansión occidental del casco de Rota —sobre la carretera que lleva al Puerto de Santa María—, este edificio de viviendas de protección oficial se levanta ajustando sus alineaciones a los bordes de una parcela de trazado ortogonal. Pero frente a la manzana decimonónica cerrada, que establecía con rotundidad los límites tanto entre los ámbitos público y privado como entre espacio exterior e interior, el volumen despliega una serie de fracturas, quiebros y distorsiones que hacen menos rígidas estas secuencias espaciales.

Una crujía continua de anchura variable recorre los lados norte, sur —los más largos del rectángulo— y este, dejando libre de edificación el lado oeste, donde los dos extremos del bloque lineal enmarcan la visión de los eucaliptos lejanos. Por sus dimensiones, el jardín interior adquiere las características de un paseo de albero que se recorre desde el punto de acceso, donde deja atrás la vía de acceso, conduce por el interior de la manzana, donde los sucesivos quiebros y cambios de dirección de las fachadas generan perspectivas diversas, y que se abandona, bajando cuatro escalones, a través de un porche en el lado opuesto a la entrada.

Las viviendas ocupan el volumen de cuatro alturas (planta baja más tres) con una distribución en bandas que se repite sin variaciones: los dormitorios se sitúan hacia el exterior del bloque; baños, aseos y escaleras ocupan el centro; por último y con una dimensión que varía sgún su ubicación en la crujía, salas de estar, cocinas y tendederos se orientan hacia el jardín arbolado interior. Esta disposición de los dormitorios en paralelo permite variar el número de éstos en función de las necesidades, desde cuatro hasta tres o dos, así como modificar las dimensiones de las salas de estar. Diez núcleos de comunicación vertical dan acceso a las veinticuatro viviendas que ocupan cada planta.

El hormigón con que se materializa el volumen se muestra desnudo, y su aspereza contrasta con las finas líneas, pulidas y brillantes, que dibujan las carpinterías metálicas de los huecos, acompañadas en planta baja por las rejas de protección y en la coronación del bloque por un perfil de remate. Hacia el interior, las bandas de hormigón se desarrollan de manera continua, mientras que las ventanas, corridas, ven interrumpido su desarrollo por medio de once patios de escala menor por los que ventilan y reciben luz natural los núcleos de comunicación. Estos espacios intermedios se han pintado de color rojo o azul, con lo que el jardín adquiere un carácter más doméstico, que acompaña el juego de los niños que a diario se adueñan del lugar.