Un bloque en la ciudad
Proyecto para Sevilla

Un bloque en la ciudad

Proyecto para Sevilla


Volver a plantear el bloque de viviendas sociales en los años ochenta parece un desafío plenamente aceptado por los arquitectos andaluces.

Es cierto que, como investigación tipológica, la tentativa está alicortada de antemano: con el reglamento de viviendas de protección oficial, los programas al uso y las condiciones urbanísticas de planes generales y demás, el proyecto de un bloque de viviendas es necesariamente limitado y suele acabar en un epígono pobre del mass housing europeo. Sin embargo, no puede decirse que el tema esté agotado y, aunque sean variaciones del mismo tema, los arquitectos andaluces y especialmente los sevillanos intentan, en situaciones diversas, reproponer el bloque con nuevo sentido. Aprovechando el patronazgo institucional local, las nuevas V.P.O. pueden explorar variantes inéditas que la promoción anterior, habitualmente encarnada por organismos centrales o particulares, no se hubiera permitido, limitándose a repetir lo de siempre o lo que más deja.

El proyecto de viviendas para el Patronato Municipal de la Vivienda, de Guillermo Vázquez Consuegra, es un buen ejemplo. Las treinta y ocho viviendas componen un bloque paralelepipédico, recto, racional, de crujía estrecha. Los arquitectos sevillanos de esta década parecen enamorados de la racionalidad exacta y blanca del primer Movimiento Moderno, presente asimismo en este proyecto; pero también se citan los gestos más amables de ese mismo movimiento para cualificar al bloque y dotarlo de aquello de lo que sistemáticamente han carecido los bloques de vivienda social: de pies y cabeza, de principio y fin, de derecha e izquierda. Práctica tanto más positiva en cuanto que se sitúa en un entorno anónimo: el sector de la calle Ramón y Cajal, híbrido entre el casco y la periferia, cuajado de edificios incoherentes. El proyecto se sitúa en la trasera de una hilera de casas viejas con jardín y patio y se plantea como un dúplex doble, accesible el inferior desde la calle y el superior mediante una galería. Se aprovecha para acceso de vehículos un apéndice del solar que llega hasta la calle Ramón y Cajal; la crujía del bloque se amplía bajo el zócalo para dar cabida en medio sótano a todos los coches previstos.

Esta tipología poco usual, que fuerza los elementos de acceso, permite organizar el volumen con proporciones e imagen propias, introduciendo el tema de la casa en dos plantas y el de la galería, frecuentes en otras teorías europeas de vivienda social, donde la primera es moneda corriente y la segunda, todavía, objeto de discrepancias entre usuarios y diseñadores. Las viviendas de abajo disfrutan así de un patio anejo al de las casas en hilera existentes. Si bien se respeta la ordenanza y se deja un paso de dos metros y medio entre unas y otras, éste se convierte en un corredor comunitario de las casas de planta baja, ya que el Ayuntamiento, a pesar de la Ordenanza, no desea recibir tal cosa como vía pública.

A las casas de arriba se accede por una generosa galería, diseñada con una doble cubierta, que compone el gesto más importante de la fachada. La superposición de la estructura general de hormigón y una serie de cerchas metálicas, cuyo desfase se utiliza como conducto de instalaciones, permite una imagen distinta y cierta, acen­tuada por el uso de la chapa de zinc modulada por el engatillado. Por encima de ésta, los tendederos y terrazas preparan una expansión para las casas de arriba, a la espera de un remate con la alegría de la vegetación doméstica.

El tratamiento de los extremos cuida también de definir los bordes del volumen. El pie forzado de la ordenanza, que exige testeros ciegos y ejecutar un porche cubier­to, se resuelve en las falsas fachadas de ambos lados, vacíos más que ciegos, con un balcón para la galería y unas viviendas singulares en las esquinas, una de ellas con una gran terraza cubierta...[+]