En la zona sur de Ciudad Real, una vez traspasadas las rondas que delimitan el centro urbano, se asienta el nuevo Palacio de Justicia, un edificio oficial dentro de un entorno carente de elementos significativos, a excepción de la plaza del Trillo y del parque de Ortega y Gasset. 

La construcción se dispone en forma de U orientada según dos de las directrices de las alineaciones de la parcela, mientras el plano de la cubierta se prolonga triangularmente adaptándose a la traza de la calle Eras del Cerrillo hasta resolver el encuentro de ambas geometrías. Este triángulo cobija un espacio de gran altura que enmarca la entrada funcionando como un monumental pórtico de acceso y amplía la acera ante ella, dotando así al edificio de la reprsentatividad que requiere una obra institucional.

La distribución del programa entre las cinco plantas que componen la construcción varía progresivamente en altura, dependiendo del grado de privacidad del uso que se vaya a desarrollar, reservando las zonas más públicas para los pisos inferiores. Se destina la planta baja para situar tres accesos diferenciados —el de jueces, el de detenidos y el del público—, el vestíbulo, y las salas de bodas, vistas y medicina forense. En la planta primera se encuentran las zonas comunes, el decanato y la fiscalía.

 Las plantas superiores acogen los distintos juzgados, y aprovechan la diferencia de alturas para ubicar un jardín sobre la cubierta de la primera planta. La distribución interior se desarrolla en dos piezas alargadas que recogen la parte principal del programa, separadas por un vestíbulo que constituye un vacío que recorre la totalidad de los niveles y funciona como distribuidor. Su cerramiento continuo de vidrio permite iluminar naturalmente el interior y crear una sucesión de visuales entre los espacios del edificio y el entorno.

El acristalamiento se erige como el gran protagonista del cerramiento exterior para dotar al edificio de una transparencia que parece simbolizar esta cualidad propia de la justicia. Un muro cortina soluciona tanto el recubrimiento de los espacios más introvertidos —el patio interior que configura la U—, como el frente principal de acceso. Sobre el pórtico de entrada, el vidrio continúa en forma de lamas que se descuelgan desde la fachada.

 Para los paramentos laterales, más semejantes a la medianería, se recurre a una solución más convencional de ventanas parcialmente ocultas tras una chapa perforada. Esta piel metálica se separa de la fachada cobijando en su interior pasillos de rejilla para mantenimiento, soportados por la misma estructura que fija la celosía metálica al edificio.