Proyectada para una pareja con dos hijos, esta casa se sitúa en una pequeña plaza abierta a las vistas sobre el cielo y las montañas. Esta ubicación determina la forma del edificio, formado por dos estratos superpuestos: el primero, semienterrado, está compuesto por un zócalo macizo que emerge 1,80 metros del suelo; el segundo, mucho más ligero, se posa sobre el anterior, y está configurado por tres pequeñas piezas cuya silueta evoca la de una cabaña elemental, y que se organizan dejando entre ellas amplios espacios abiertos, de manera que la parte superior de la casa hace las veces de una gran terraza bañada por sol y el viento.

La organización en estratos también afecta al programa y a los materiales empleados. Así, mientras que el zócalo alberga la partes comunes de la casa y se construye con muros de hormigón armado, la parte superior contiene un baño, un solárium y una habitación de invitados, y está resuelta con una envolvente ligera y translúcida de paneles de policarbonato de sección corrugada dispuestos en una doble hoja.

Concebidos como la parte fundamental de un dispositivo bioclimático pasivo, estos paneles no sólo permiten acumular de manera natural (por efecto invernadero) la radiación solar incidente durante el invierno, sino que presentan también prestaciones mejoradas respecto a otros paneles convencionales, gracias a la incorporación de una hoja interior que permite absorber el calor y la humedad. La envolvente presenta también sistemas de sombreamiento y de captación de la ventilación natural.