La casa consiste en una pieza de una sola altura, cuya crujía uniforme se va enroscando sobre sí misma para crear dos patios distintos y muy protegidos. Esta arquitectura pensada y definida mediante límites es el resultado de la gran exposición y vulnerabilidad del solar. Situada sobre una mota, la casa disfruta de amplias vistas sobre el desierto de Chihuahua, que van desde las redondeadas dunas cubiertas de hierba hasta las montañas de aristas duras.

Los materiales principales de la casa —bloques de hormigón, mortero de cal, hormigón in situ, acero galvanizado, madera de ipé, aluminio— se han elegido para hacer frente al riguroso clima local. La búsqueda de la sombra y la protección frente a los vientos definieron la posición de las habitaciones, las celosías, las pérgolas y los huecos de fachada.

Esta lista de materiales y soluciones robustas contrasta con el carácter delicadamente neutro de los interiores, concebidos como fondo de la colección de arte contemporáneo del dueño de la casa. La plantación de arbustos y árboles, la mayoría endémicos, complementa y matiza la materialidad del edificio, al mismo tiempo que se mezcla con las texturas y colores predominantes en el enclave. Así, parcialmente camuflada en su entorno, la Casa Crowley afirma su presencia sin imponerse al paisaje.