La casa, de 500 metros cuadrados de superficie, ocupa toda la parcela, adoptando la forma de un recinto amurallado con dos patios totalmente cerrados que dan cumplida cuenta del deseo del cliente de tener una privacidad absoluta. La organización en L da pie a dos volúmenes distintos, de una y dos plantas. El más alto está dotado de ventanas en doble altura orientadas al norte y que dan servicio a la cocina, el comedor, la biblioteca y el estudio; los dormitorios principales se sitúan en la segunda planta. Por su parte, el vestíbulo de entrada y la zona de estar comparten un techo abovedado que se protege discretamente de la calle pero que se abre con largueza al patio principal. Este último funciona como jardín, como escenario para esculturas, como plataforma para actuaciones y performances y como enclave de la piscina.

Los materiales fundamentales de la casa son los bloques de hormigón con un acabado de color terroso, el enlucido de yeso, los paneles de cubierta de acero galvanizado, la pizarra y los suelos de hormigón teñido. Exceptuando la nota de color de algunas paredes, todos los paramentos interiores están pintados de blanco, creando un telón de fondo neutro para la colección de muebles antiguos y obras de arte contemporáneo que alberga la casa.