Los poco más de 200 metros cuadrados de superficie de esta casa constituyen la transformación más reciente de un proyecto que comenzó en 1993. Esta última fase ha consistido en integrar una pieza de una planta de altura en la casa original, dando pie a una organización en L dispuesta en torno a un frondoso patio ajardinado que dota de sombra y privacidad al conjunto.

Así configurado, el nuevo volumen se enfrenta a otro edificio del mismo propietario: el estudio profesional dispuesto justo al otro lado de la calle y que, como la casa, también ha sido fruto de una serie de ampliaciones que, en este caso, comenzó en 1983. Al seguir un proceso semejante, la casa resuena con el estudio en la medida en que ambas expresan las ricas posibilidades arquitectónicas de combinar un simple conjunto de ‘cajas’.

En cuanto a los materiales y los elementos empleados, se han respetado la configuración y los acabados originales de una y otra construcción: volúmenes prismáticos escuetos, perforados con ventanas con carpinterías de acero cuyo tamaño depende de la función de los espacios a los que sirven, y revestidos finalmente con un enfoscado rugoso y blanco que contrasta con el verdor y la exuberancia de la vegetación que rodea la casa.