Hay ocasiones en las que la normativa urbanística, en vez de restringir la creatividad, obliga a replantearse soluciones tipológicas de partida tan trilladas como la residencial. Éste es el caso de Opus City, un nuevo barrio en la localidad alemana de Herzebrock —en el estado federal de Westfalia—, que por su proximidad a un polígono industrial se ha juzgado oportuno urbanizar con edificios mixtos dedicados a vivienda y producción. La primera pieza del conjunto, recientemente terminada, reúne espacios para la vivienda y el almacenaje en un agregado de prismas, sin dar hacia la calle ningún tipo de pistas sobre su cometido.

Los dueños —una pareja de profesionales de la industria de la moda— querían algo en principio contradictorio: una casa abierta y a la vez privada, donde fuera posible celebrar fiestas y poder recluirse a descansar o trabajar. El resultado es un espacio fluido en el que la privacidad crece con la altura del edificio. La planta baja es un recinto diáfano en el que la escalera y los muebles de la cocina delimitan las distintas zonas de actividad —un distribuidor de entrada, la conexión con el almacén, el salón y el comedor—, enmarcando y dirigiendo las vistas de cada ámbito. Un vacío sobre el comedor, que recorre toda la altura de la casa, introduce un segundo grado de complejidad en esta secuencia perspectiva, ofreciendo vistas de lo que ocurre en los niveles superiores. Esta suerte de patio interior —que ocupa todo el ancho de crujía— separa en la primera planta el dormitorio principal del vestidor y el cuarto de baño, y en la última planta las dos habitaciones de estudio. Una pasarela cruza en cada piso este espacio, que culmina en la cubierta con un gran lucernario.

Para conciliar el carácter industrial de la zona con su función como vivienda, el edificio emplea un lenguaje abstracto de volúmenes escultóricos que elude toda narración de los espacios contenidos. El cuerpo dedicado a almacén y garaje se adelanta hacia la calle en un gesto protector, formando un ala horizontal con una fachada de hormigón armado. Contrarrestando el perfil tendido de este anejo, la vivienda se eleva en un segundo plano como un prisma enfoscado que da la espalda a la calle y se abre hacia el jardín y el bosque. Vinculando ambos, una tapia en esquina, de hormigón armado, define el patio de entrada, pavimentado con adoquín basáltico y presidido por el pilón que recoge el agua que gotea desde el canalón de la cubierta del almacén. Esta composición aditiva se completa con un prisma revestido de acero cortén, cuya cubierta forma la terraza del estudio...[+]