El proyecto, que recibió el tercer premio en un concurso internacional, se genera a partir de dos acciones básicas: en primer lugar, la extrusión de un elemento cúbico de bambú de veinte metros de arista, que emerge del terreno continuando la alfombra vegetal del entorno por sus fachadas; en segundo lugar, este cubo se talla interiormente, horadando una serie de vacíos habitables comunicados entre sí que generan los espacios necesarios para cada parte del programa. El edificio se distribuye en dos plantas: la zona pública se ubica en la cota de acceso y la de administración en la superior, evitando cruces de circulación innecesarios. El auditorio dispone además de un acceso independiente, de manera que se puede utilizar sin necesidad de abrir el edificio cuando las oficinas están cerradas, lo que supone un importante ahorro energético.

El volumen se aclimata mediante un sistema de recogida de agua, que se acumula en un gran depósito de hormigón enterrado. Este agua cede el calor al terreno y una vez enfriada circula, de manera cíclica, por las distintas superficies metálicas que envuelven los espacios, absorbiendo el calor producido por el uso humano y aclimatando las estancias. Las perforaciones que emergen al exterior permiten la entrada de luz natural y la ventilación.