Situada en la barcelonesa comarca del Maresme, la biblioteca fue diseñada en vida de Enric Miralles y comenzó a construirse hace una década; desde entonces el proyecto ha ido evolucionado hasta su reciente finalización. La propuesta nació en un principio como una única gran habitación cubierta de bóvedas —elementos típicos de la arquitectura tradicional catalana—, y posteriormente se fue complicando al ir girando la planta sobre sí misma. Una vez ganado el concurso para su construcción, celebrado en 1997, se tomó la decisión de abrir el edificio —de naturaleza ensimismada y envolvente— al exterior, como si fuera un pan que se corta en rebanadas. Las bóvedas así cortadas habrían de servir para dar entrada a la luz, y los muros se convertirían en líneas capaces de conducir y guiar a los usuarios, formando patios y jardines escondidos donde poder sentarse a leer. La única pared real y maciza es la que marca el límite entre exterior e interior; esta línea es la puerta de la biblioteca y funciona como una verdadera ‘máquina de transformación sensorial’.

El edificio se construye semienterrado a un metro de profundidad, de manera que la ondulante cubierta de zinc se asimila al perfil de las montañas de la cordillera próxima, dibujando una topografía de dunas metálicas en medio del parque, mientras la fachada apenas se hace perceptible.

La peculiar cubierta, construida de forma totalmente artesanal, está compuesta por tablero de madera sobre el que se colocan varias capas de ventilación, aislamiento térmico e impermeabilización, y está terminada por la cara superior con chapa de zinc a junta alzada, y por la interior con placas de cartón-yeso. La cimentación del edificio es de losa de hormigón armado, y la estructura es mixta, con los pilares principales de hormigón armado y los pilares secundarios, jácenas y vigas, de hierro. Los muros, construidos con ladrillo perforado, están cubiertos con ladrillo manual a modo de revestimiento. En la parte superior de las fachadas, una cornisa protege el hueco que recorre todo el perfil del edificio. La biblioteca se concibe como un todo integrado en su entorno, tanto en el exterior como en los espacios interiores. Los pavimentos utilizados son de hormigón con resinas de diferentes colores y el mobiliario interior es de madera —mesas, atriles y carritos — y de hierro —lámparas y estanterías—. Grandes lucernarios circulares prefabricados introducen la iluminación natural en las salas de lectura; una embocadura interior de chapa de hierro consigue una luz más dirigida.