Peter Blundell Jones

Basta con mirar un par de fotografías, o mejor aun los planos, y la cacofonía formal parece sugerir que en este último trabajo Miralles se se superó a sí mismo. Sin apenas respetar la grandeza de una obra neoclásica, creó otra llena de curvas, ondas, bucles y giros que parecen deleitarse en el desorden. Sin embargo, la propia configuración del edificio antes de que se iniciara la obra revela que la mayor parte de la complejidad y de la contradicción ya se hallaba presente, que sólo un par de fachadas eran noeoclásicas, y que éstas mostrabanimportantes desacuerdos entre sí. Miralles no fue más que el heredero de un edificio que había ido creciendo por fases a lo largo de setecientos años, y que conservaba testimonios de cada época. Ninguno de los periódicos proyectos de ‘borrón y cuenta nueva’ previstos para el edificio se había llevado a cabo, y si la fachada neoclásica del siglo XIX contribuyó a incrementar la sensación de orden, también significó la peor de las destrucciones, ya que reemplazó un frente renacentista que actualmente tendría mucho más valor. Cuando en 1996 las autoridades municipales de Utrecht emprendieron la búsqueda de un arquitecto, ya eran conscientes de la importancia de la continuidad histórica y querían encontrar un estudio capaz de trabajar sobre tales preexistencias. Entrevistaron a una treintena de ellos y finalmente optaron por Miralles.

Utrecht era en la Edad Media una ciudad con una importante actividad mercantil, que obtuvo su carta de privilegios en 1122. El ayuntamiento está situado en pleno corazón de la ciudad, junto a una curva del Oudegracht, el canal principal formado a partir de un brazo del Rin. A finales del siglo XIV se había construido en el lugar una hilera de ocho casas por iniciativa de varias familias acaudaladas, cuyos nombres pueden distinguirse aún en las fachadas; y el mercado se instalaba justo enfrente. El floreciente ayuntamiento supo descubrir la idoneidad del emplazamiento y fue comprando las viviendas una a una, con el fin de darles una finalidad administrativa e institucional: la de la derecha para el consejo, y la de la izquierda como sala clerical, sede gremial y lonja.

En la década de 1520 se hizo una nueva fachada en el edificio del consejo, pero el gesto fundador más importante del ayuntamiento se remonta a 1537, cuando el tribunal de justicia fue trasladado a las casas colindantes. El año 1533 fue testigo de la compra de dos casas más y en 1547 se cubrió parte del canal entre dos puentes, lo que contribuyó a añadir espacio para el mercado y ampliar la plaza. A finales del siglo XVI el ayuntamiento disfrutaba de una hermosa fachada renacentista y un campanario, mientras que el tribunal de justicia, en el edificio adyacente, tenía una singular entrada y un balcón desde donde se pronunciaban declaraciones oficiales; sin embargo, la imagen de las ocho casas originales aún resultaba reconocible. A medida que se acentuaba la necesidad de ampliar las funciones municipales fueron adquiriéndose más casas, que pasaron a albergar el archivo municipal, la cárcel, el orfanato y el cuartel de bomberos. Magníficas salas se hicieron y deshicieron, y pese a que en 1823 se tomó la decisión de demoler todo este caos y empezar de nuevo, tan sólo se llegó a sustituir la fachada del consejo y del tribunal por el frente neoclásico. Hacia 1840, el lenguaje clásico se extendía sobre el lateral y la parte trasera del conjunto, si bien se conservaba aún la estructura interior. El antiguo tribunal estaba constreñido, y los ejes de las fachadas anterior y posterior no se correspondían. En 1876 se adquirieron más casas para transformarlas en edificios administrativos, y hacia 1916 el ayuntamiento era el propietario de la hilera completa; a pesar de que todos los edificios habían sufrido alguna intervención, ésta había sido tan poco sistemática que conservaban su identidad. Durante los años veinte y treinta se propusieron varios proyectos de reconstrucción, y en 1940 la oficina del registro pasó a ubicarse en una nueva ala de la parte trasera. Otros importantes proyectos de la posguerra se quedaron sobre el papel, entre ellos la construcción de una torre de vidrio o el derribo de algunas partes para mejorar la circulación en la zona.

Al igual que en otros edificios que han sufrido múltiples reformas, el conjunto se había convertido en un laberinto confuso y ‘descosido’. A causa de un desconsiderado abuso de añadidos de escasa calidad y arreglos provisionales, la edificación carecía de luz natural y no contaba con acceso para discapacitados. Las escaleras y pasillos eran estrechos e incómodos, y la acústica de la sala consistorial era muy pobre. Por otro lado, el olvido hizo que muchas piezas valiosas que se habían conservado se amontonaran en los desvanes. Aunque parezca sorprendente, en los sótanos aún se mantenía parte de la estructura original de las casas del siglo XIV.

Criba cronológica

Miralles hubo de enfrentarse a la dificultad de pasar por la criba todas las señales del tiempo y preservar lo que parecía tener más interés, al tiempo que reconsideraba la totalidad del conjunto en función de las necesidades municipales del presente. Pese a que numerosos departamentos administrativos se habían desplazado a la periferia desde hacía tiempo, otros de carácter representativo debían permanecer allí: el ayuntamiento como sede del Consejo, de recepciones oficiales y bodas. La intención era devolverle su papel como eje de la vida pública ampliando el vestíbulo y las áreas de recepción. Se mantuvieron las principales oficinas municipales y las destinadas a los partidos políticos, y se añadieron algunas especiales, como la del defensor del pueblo.

La idea de Miralles era descongestionar Stadhuisbrug —siempre abarrotada—, dando un giro total al edificio, de manera que se abriera a una nueva plaza en la parte posterior, en Korte Minrebroederstraat. Esto habría permitido abrir nuevas vistas hacia la catedral y establecer un nuevo punto de encuentro en el concurrido centro, con espacio suficiente para que las aceras quedasen ocupadas por bares y restaurantes. Para ello fue preciso demoler la última ampliación del edificio, el registro de 1940, y limpiar todo a su alrededor. Miralles logró conservar la mayor parte de las antiguas fachadas en torno a la primitiva construcción: la que daba a Stadhuisbrug —el frente original— fue fielmente restaurada. Y los concejales aún siguen haciendo uso de la antigua entrada principal en actos oficiales. Asimismo fueron rehabilitadas las otras fachadas neoclásicas, las que daban a Oudkerkhof y a Korte Minrebroederstraat, mientras que la antigua entrada trasera ha adquirido un papel más acorde con su grandeza axial: ahora se utiliza como puerta nupcial. Miralles mantuvo además las fachadas hacia Ganzenmarkt, rehaciendo con descaro la vieja entrada en ángulo y convirtiéndola en vano de la cafetería. Esto supuso la difícil tarea de reelaborar la esquina interior frente a la nueva plaza, convirtiendo partes posteriores en anteriores y generando una entrada principal asimétrica, capaz de competir con la fuerza neoclásica de la puerta nupcial.

Si observamos la planta en el sentido de las agujas del reloj partiremos de la entrada principal, que conecta con la esquina del antiguo edificio justo en el punto donde la simétrica fachada trasera y el antiguo tribunal de justicia conforman un espacio afilado. Puesto que no hay sitio suficiente para una escalera, ésta se proyecta hacia fuera y se crea una galería que proporciona una panorámica de la plaza antes de volver a adentrarnos en el edificio. Este cuerpo saliente acristalado funciona como marquesina y destaca la entrada. En la parte posterior se adivinan los frentes traseros de las antiguas viviendas, y si nos aproximamos a la esquina observamos que se ha dejado un hueco para una escalera en ángulo que permite la entrada de luz natural y ofrece vistas del exterior. Las casas de Ganzenmarkt fueron recortadas y a continuación revestidas interiormente con una construcción híbrida para formar un bloque de oficinas atravesadas por un pasillo central; hacia el norte, este ala se bifurca con muros curvos de ladrillo para evitar crear una fachada. El frente sureste, que da la espalda a la nueva entrada, es una composición muy elaborada de capas y cuenta con una enorme fuente escultórica, carpinterías recicladas y otros fragmentos heredados de los primitivos edificios. Delante, el pavimento desempeña una función primordial, ya que define el espacio y la topografía. Como una revelación arqueológica, los cambios de material ponen en evidencia la posición de muros anteriores. Hay mucho que observar y meditar, y de hecho los asientos integrados en los muros nos invitan a sumergirnos en el descanso y la contemplación.

En el interior del edificio se han conservado de diversas formas los espacios más importantes. Virtualmente intacto, el vestíbulo principal, que una vez fue tribunal de justicia medieval, conserva la decoración del siglo XIX y actúa como espacio de recepción, como un edificio dentro de otro edificio que, con ventanales abiertos a corredores superiores, resulta más bien un patio interior. La sala consistorial continúa ubicada en el lado sur de la primera planta, aunque se ha abierto su techo para conectarla con la sala inmediatamente superior, permitir una mayor entrada de luz y mejorar la acústica. En este punto quedan al descubierto las sucesivas intervenciones, reveladas en capas. Ahora son dos las salas nupciales, situadas en el extremo sur de la planta baja: una más formal, con mobiliario recargado, para los más conservadores, y otra informal y más extravagante, con una chimenea surrealista y una variopinta colección de sillas que recuerda los tiempos en que los asistentes traían sus propios asientos. El área de paso que rodea el vestíbulo central conforma un espacio de exposición junto a la entrada, con una galería superior que se expande visualmente gracias al acceso desde la nueva escalera exterior y su pasaje de retorno. El tramo final de oficinas disfruta de una escalera propia que reconcilia los diferentes niveles y vuelve a mezclar materiales con maestría. Algunas marcas del suelo señalan la posición de viejas paredes y límites, resaltando una vez más la arqueología subyacente. El ingrediente auténticamente vital para visitantes y empleados es la cantidad de luz y vistas: los viejos y angostos pasillos han desaparecido. Miralles ha creado una amplia variedad de tamaños y tipos de oficinas con un sistema de tabiquería que permite cambios en las particiones; así todo el mundo tiene su propia ventana y ninguna es igual a otra.

En vista de la historia, es probable que la intervención de Miralles en Utrecht no sea la última que se lleve a cabo, pero el arquitecto ha realizado una nueva y sólida interpretación, de la que la ciudad se siente orgullosa. Ha devuelto al ayuntamiento su dignidad y ha creado una nueva plaza en el centro de la ciudad. Al mismo tiempo, ha contribuido a preservar la continuidad con el pasado: quienes aquí se casaron, se manifestaron o lucharon por alguna causa, pueden aún identificar el marco en el que esos hechos tuvieron lugar. La memoria de generaciones anteriores pervive también en las viejas casas, a medida que se han ido revelando los estratos de su historia. Como objets-trouvés, mobiliario, carpinterías, piedras talladas o herrajes dejan entrever su valor. Es posible que alguien se pregunte el significado de los antiguos nombres de las casas, que se han conservado, y puede resultar aún más difícil descifrar las franjas del pavimento, que evocan viejas trazas. Pero su interpretación puede esperar; son huellas de vidas anteriores, y no detalles caprichosos del arquitecto. Alguien puede poner en tela de juicio lo que ha añadido Miralles, su corrección de la historia y sus reinterpretaciones, pero pocos serían los que ahora abogaran por las drásticas supresiones y sustituciones postuladas en los años veinte y sesenta. La visión de conjunto puede encerrar cierto atractivo, pero no sirve para suplantar la obra acumulada por generaciones.

Enric Miralles era una persona perceptiva, generosa e inspirada; un arquitecto con una capacidad extraordinaria para el pensamiento libre tridimensional. Su repentina muerte a causa de un tumor cerebral, cuando se encontraba en la plenitud de sus facultades, ha constituido una tragedia que nos ha arrebatado algo a cada uno de nosotros...[+]


Cliente Client
 Ayuntamiento de Utrecht

Arquitectos Architects
Enric Miralles, Benedetta Tagliabue 

Colaboradores Collaborators
Concurso Competition De Architectengroep (B. Mastenbroek, D. Van Gameren), R. Flores, E. Rocchi, G. Zambrana, M. Forteza, N.M Larsen, N.L Overgaard, A. Floros, M. Carrión, A. Galmar Construcción Construction M. de Rooij, C. Chara, C. Hitz, S. Becaus, F. McArdle, F. Tata; DHV (gestión management); INBO; Pieters Bouwtechniek, Ove Arup (obra civil civil engineering); Cumae (instalaciones mechanical engineering); D&H (iluminación lighting); Smeulders (interiores interiors

Fotos Photos
Duccio Malagamba