La construcción de la ciudad es un proceso permanente y por definición inacabado, que refleja la sociedad que la construye. En tanto obra colectiva, la ciudad es depositaria de múltiples mallas y flujos que suman intervenciones complejas y a veces contradictorias. Esa es, en buena medida, su riqueza.

Proyectos como éste reclaman del arquitecto una conciencia solidaria, pues sabe que, al actuar sobre trazados y fragmentos legados por la historia, se verá restringido en la libertad y las posibilidades de innovación a las que legítimamente aspira. Esta manera de ‘hacer ciudad’, distante de la lógica de ‘proyecto de autor’, encuentra su secreta recompensa al reconocerse como una parte anónima del inagotable proceso de transformación de la trama urbana y de la continuidad y renovación de la memoria histórica.

El Barrio Cívico nace 1930, basado en la propuesta de Karl Brunner, quien concibió una nueva espacialidad en torno al Palacio de La Moneda vaciando las manzanas que enfrentaban el edificio por el norte y el sur y generando sendas plazas que lo dotaron de una nueva dignidad. El proyecto se extendió hacia el sur a través de un eje en cuyo remate se ubicaría la sede del Congreso Nacional, que no llegó a construirse.

La remodelación y puesta en valor de la zona se ha desarrollado en diferentes etapas. En el primer concurso, en 1980, se propuso una combinación de dos tipos de plaza: una dura y triangular enfrentaba el Palacio, mientras la otra, en clave de parque, la rodeaba incorporando un espacio verde en el casco histórico.

En 1995 se celebró un nuevo concurso para remodelar el vacío sur del palacio, cuyo resultado permitió al estudio completar el diseño del Barrio Cívico. El proyecto consideró un nuevo espesor urbano para permitir, en el futuro, el paso de vehículos bajo la plaza, entregando a la ciudad un espacio urbano consagrado al paseo ciudadano. Construido parcialmente entre 2005 y 2010, el proyecto incluye recomponer el suelo fragmentado, creando un nivel continuo. En primer lugar se propone abrir, contigua al Palacio, una terraza amplia que extiende los patios interiores del edificio hacia el espacio público. De aquí arranca una plaza-parque donde el césped se inscribe en una rigurosa geometría con senderos secundarios que dan lugar a un paseo más lúdico y libre. A fin de mantener la continuidad del recorrido y la conexión con el eje, se propuso la demolición del monumento erigido por la dictadura, una mole cuyas graderías obstruían la conexión histórica entre la Caja Cívica y el Eje Bulnes.

En 2012, el concurso para remodelar el Eje Bulnes extiende el proyecto hacia el sur, dando continuidad al paisajismo de la explanada y rematando con dos torres que articulan el paseo con el parque Almagro.