Construido en 1930, el Mercado de Abastos fue en su origen —y continúa siendo— uno de los edificios más significativos de Temuco, no sólo por sus dimensiones y su situación urbana privilegiada en la cuadrícula central de la ciudad, sino también por su relevancia social.

El edificio, que ocupa dos tercios de su manzana, se caracteriza por una fachada continua de dos y tres niveles de altura que se despliega por tres calles principales del casco histórico. En ella se entremezclan rasgos neoclásicos y de art nouveau, estética recurrente en los edificios públicos construidos en Chile durante la primera mitad del siglo XX.

Esta plaza de abastos se constituyó en un espacio urbano cubierto muy relevante en la ciudad, cuyo clima lluvioso exige un lugar que, además de las prestaciones propias de un mercado, funcione también como espacio de encuentro social protegido.

En 2016, el mercado sufrió un incendio que lo destruyó casi por completo. El daño en las construcciones perimetrales fue menor, lo que ha permitido mantener intacta la imagen urbana del edificio, mientras que el interior quedó totalmente arruinado.

Dentro del nuevo interior propuesto, una cubierta de madera cubre el espacio en su totalidad, rescatando el carácter de hall urbano que el edificio ostentó en sus orígenes. Aprovechando la altura alcanzada en el interior, se propone una segunda planta perimetral sobre el edificio histórico, habilitando un sector que anteriormente funcionaba como bodega. En ese nivel se propone una zona dedicada a la gastronomía. De esta estrategia surge un balcón que rodea la plaza cubierta y sirve de expansión a los restaurantes que allí se establezcan. La planta baja, a nivel de calle, se ha diseñado como una sala hipóstila que permite distintos modos de agrupar los kioscos que se instalan allí. Este centro abierto y permeable acoge las zonas de abasto y de artesanía, y se introduce al interior del mercado la vitalidad urbana que palpita en las calles aledañas.

El edificio perimetral, cuyas características originales se pretende recuperar, considera los mismos accesos históricos, haciendo que las innovaciones del proyecto, vistas desde la ciudad, se concentren en el interior del edificio, manteniendo viva en el exterior la memoria colectiva.

Un nuevo acceso se habilita en la calle Bulnes, futuro paseo peatonal de la ciudad, generando un cruce por el interior de la manzana, cuyos flujos contribuirán a un mayor dinamismo del sector. En Bulnes, la nueva portada trae hacia ese espacio urbano y callejero un rumor del manto de madera que se despliega al interior del mercado.