Desde su nacimiento en 1878, el recinto de Can Batlló y el barrio de la Bordeta han evolucionado en paralelo al crecimiento y transformación de Barcelona. Desde la construcción de sucesivos bloques con el auge de la actividad industrial hasta la reciente autogestión de parte del recinto, la voluntad de abrir Can Batlló a la Gran Vía y al barrio ha sido una realidad urgente y prioritaria.

El proyecto desarrolla el programa de la Escuela Municipal de Medios Audiovisuales en la nave 7, convirtiéndose en la piedra angular de esa apertura.

La propuesta parte de la voluntad de abordar la intervención en el patrimonio desde el respeto hacia los rasgos tipológicos originales y, al mismo tiempo, desde su condición reversible. Así, se decide ubicar el programa de menor dimensión y mayor repetición en planta baja, ya que la estructura de pilares existentes, densa y modular, permite una mejor adaptación; los espacios de mayor dimensión se sitúan en la planta primera, ya que su estructura de cerchas permite áreas más diáfanas. El proyecto ofrece en todo momento una lectura clara y diferenciada entre la arquitectura industrial preexistente y la implantación de los nuevos usos. 

Para dar cabida a todo el programa y aprovechar la gran altura disponible en planta baja, se construye un cuerpo central con dos niveles que permite alojar el aulario y la zona de administración, a modo de gran mueble. Su ubicación estratégica permite ordenar los espacios circundantes, como la recepción, la mediateca y los casilleros de los alumnos. Su permeabilidad, en el centro y los extremos, así como entre plantas, ofrece múltiples espacios de encuentro y recorridos alternativos. 

En la primera planta, otro mueble lineal situado a lo largo de la primera crujía libera un generoso espacio de distribución que, por sus dimensiones, permite ser utilizado para diversas actividades del centro —foyer de la sala de actos, espacio de trabajo para los alumnos o espacio para exposiciones—. Éste acoge los estudios de radio, cabinas acústicas, camerinos y estudios de fotografía. Al atravesar este mueble, se accede a la segunda crujía de la nave donde se ubican los espacios que requieren de grandes luces estructurales y de estanqueidad lumínica y acústica: los espacios de actos y de grabación audiovisual.

Los espacios menores se disponen en planta baja, con una estructura de pilares densa y modular que permite una mejor adaptación; los mayores se sitúan en la primera, cuya estructura de cerchas  permite áreas más diáfanas.

El cuerpo lateral adosado a las naves se preserva y aloja el vestíbulo principal, los núcleos de comunicación verticales, baños y espacios para las instalaciones. Dos escaleras adicionales en los extremos del edificio funcionan ordinariamente para comunicación entre plantas y como acceso a la cubierta para el mantenimiento de las instalaciones.

Se preservan y enfatizan los rasgos tipológicos de la arquitectura industrial: orden, repetición y simplicidad estructural. Así, los nuevos cuerpos interiores ofrecen la mayor transparencia frontal y una total privacidad.