El nuevo complejo judicial de Barcelona, el mayor proyecto actualmente en construcción de David Chipperfield Architects, distribuye los 330.000 m2 de su superficie en ocho edificios exentos pero conectados por un atrio continuo, en una propuesta que abarca el diseño de todas las áreas públicas, juzgados y oficinas que alberga.

Anteriormente, los diversos departamentos de los gobiernos de Barcelona y L’Hospitalet estaban repartidos en 17 edificios a lo largo de ambas ciudades, con las consiguientes deficiencias de funcionamiento que esto provocaba. La nueva Ciudad de la Justicia será más eficaz y permitirá adaptar sus espacios de trabajo a las constantes transformaciones del cuerpo judicial, reservando parte de su superficie para futuras ampliaciones. El emplazamiento elegido se encuentra en la frontera entre ambas ciudades, en un solar previamente ocupado por cuarteles militares. Su ubicación es adyacente a la Gran Vía, un importante acceso al centro de la ciudad, y a la calle Carrilet, una arteria que conduce a L’Hospitalet. Esto permitirá una buena accesibilidad tanto a la ciudad como a su área metropolitana, en transporte público o en privado.

La principal propuesta del proyecto consiste en dividir el programa en una serie de bloques prismáticos separados pero interrelacionados sobre una plaza pública. Su composición espacial pretende romper con la imagen rígida y monolítica de la justicia, estableciendo un equilibrio entre las diferentes zonas de trabajo, los espacios públicos y el paisaje. Cuatro de los bloques, que albergan juzgados en sus primeras plantas, se sitúan en torno al perímetro de un edificio de cuatro alturas que facilita la conexión entre los mismos. Este atrio también permite un acceso directo a cada uno de los bloques, actuando como filtro y reuniendo a los trabajadores y visitantes del complejo, tanto al inicio como al final de su visita, en torno a un vestíbulo central y público que domina la plaza exterior.

Los restantes bloques acogen los servicios judiciales de L’Hospitalet, un centro de ciencias forenses y dos inmuebles comerciales con tiendas en su planta baja. Un último volumen, más alejado, contendrá espacios comerciales y residenciales. Los ocho edificios se han concebido como piezas formalmente contenidas, con fachadas portantes de hormigón coloreado en tonos contrastados aunque ligeramente apagados. El atrio de conexión presenta una planta formalmente más libre, con espesos forjados de hormigón visto y pantallas de malla metálica entretejida frente a un cerramiento continuo de vidrio sin carpinterías.