En los años ochenta, la nueva ciudad de Donau pretendía no sólo incorporar los terrenos del otro lado del Danubio al desarrollo de Viena, sino darle al centro histórico su contrapunto de vanguardia y modernidad. Si bien el trazado urbanístico que se ideó con la finalidad de albergar la Expo 95 se perdió cuando un referéndum rechazó su celebración, diez años más tarde Donau se ha convertido en una exhibición de arquitecturas, donde numerosos proyectos residenciales y dotacionales asumen el antiguo papel pretendido para la capital.

La lacónica forma de este rascacielos horizontal —conocido como the Beam (la viga)— facilita la integración en su contexto urbano; y su extraordinaro tamaño impide al tiempo que pase desapercibido. A lo largo de sus 180 metros de desarrollo longitudinal —con un voladizo final de 10 metros —, el edificio se sitúa en paralelo al Nuevo Danubio y sugiere la presencia de un gran buque amarrado al muelle de este brazo de río. Una retícula de pilotis y pantallas de hormigón emerge de la plataforma, para sustentar el edificio a lo largo de sus siete alturas. La sección resultante, que corresponde a la de una viga apuntando hacia el centro de la ciudad antigua, transmite su doble concepción: no sólo se diseña para ofrecer al interior de los apartamentos una excelente posición de dominio sobre el río y contemplación de la ciudad, sino también para ser vista, destacando entre las edificaciones de Donau.

En contraposición con la continuidad de la línea de cubierta, la planta primera varía su altura desde el comienzo hasta el final del bloque, creando una sucesión de espacios de distinta dimensión en la parte inferior. Este gran porche no sólo permite que la ciudad se encuentre con el río, sino que asegura la presencia de actividades sociales, lúdicas y comerciales en su entorno más inmediato. Cualificando este espacio, una caja que recuerda a un container depositado sobre el muelle alberga usos comunes, mientras que, como esculturas talladas por la corriente de aire que el río provoca, escaleras exteriores conectan los garajes y el metro del subsuelo con las plantas superiores.

La forma de bloque tradicional se fragmenta en su interior con ingeniosas estrategias que varían del centro hacia los bordes, así como de abajo arriba. Los 250 apartamentos disfrutan de las vistas a ambos lados: se protegen de miradas cercanas en la cara de accesos con huecos interpuestos entre viviendas y corredores; hacia el río, balcones corridos de vidrio serigrafiado componen una fachada que muestra su velo translúcido de día para encenderse en una malla de luces al caer la noche...[+]