La firma austriaca Delugan Meissl ha transformado una antigua instalación industrial en desuso en el distrito de Pudong (Shanghái) en un invernadero con pabellones curvos de vidrio, que alcanza los 35 metros de altura. Este espacio único, el invernadero del Parque Cultural de la Expo, ocupa 41.000 metros cuadrados y fusiona naturaleza y tecnología en un entorno que destaca por su diseño orgánico y su enfoque sostenible.

Bajo la estructura geométrica de acero de la nave industrial, el invernadero se compone de un edificio de acceso y tres pabellones ambientados en diferentes climas, todos ellos curvados orgánicamente. El primero recrea la aridez de un desierto; el segundo, la humedad y biodiversidad de la selva tropical; y el tercero, un jardín de flores que también alberga exposiciones temporales. Los visitantes pueden recorrer los senderos que serpentean entre los pabellones y ascender a una terraza superior desde donde se disfrutan vistas panorámicas del entorno.

Dado que los invernaderos suelen consumir grandes cantidades de energía, un objetivo de este proyecto era levantar una construcción energéticamente eficiente. Para lograrlo, se utilizó un vidrio simple, una elección basada en los cálculos de simulación que demostraron que el doble vidrio sería menos eficiente desde el punto de vista energético, ya que la reducción de la pérdida de calor quedaría anulada por el impacto de la iluminación artificial que necesitan las plantas. Además, las aberturas en las cubiertas se pueden ajustar para optimizar la ventilación natural y la refrigeración pasiva según las necesidades de la vegetación. El uso de paneles fotovoltaicos completa el enfoque sostenible, asegurando que el invernadero se abastezca con energía limpia.

El contraste entre la estructura reticulada existente y las formas orgánicas del invernadero simboliza la interacción entre el legado industrial del sitio y la naturaleza, ofreciendo una reflexión sobre la evolución del espacio urbano y su relación con el medio ambiente.