Desde 1993, el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España viene convocando cada dos años el Premio de Arquitectura Española, un galardón cuya sensibilidad ha ido cambiando a lo largo del tiempo pero que siempre reconoce obras singulares que suponen una aportación innovadora y resulten paradigmáticas por su calidad constructiva.
Tal es el caso, sin duda, de los edificios premiados en la edición de 2017: el Museo de las Colecciones Reales en Madrid, de Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla; y el Palacio de Congresos en Palma de Mallorca, de Francisco Mangado (véanse Arquitectura Viva 183 y 197). Más allá del tamaño y empaque volumétrico de ambos edificios y su recurso a la celosía, el jurado presidido por Jordi Ludevid ha sabido ver en ellos dos modos inteligentes de dialogar con sus respectivos entornos urbanos. En el caso del Museo de las Colecciones Reales, haciendo de las dificultades topográficas virtud para convertir el poderoso y rítmico alzado del edificio en un elemento capaz de consolidar y reforzar la imagen de la cornisa madrileña, tradicionalmente ninguneada, cuando no maltratada. Y en el caso del Palacio de Congresos de Palma, resolviendo de manera eficaz la integración del inmenso edificio en la primera línea de costa, mediante una estrategia de articulación basada en la escala y los materiales.
El jurado también ha concedido dos menciones a la Sala Beckett en Barcelona, de Flores i Prats Arquitectos, y a la Fábrica de montajes eléctricos en Don Benito (Badajoz), de José María Sánchez García (véanse Arquitectura Viva 199 y 187, respectivamente).