Actualidad 

Francisco Mangado en Oviedo

Escenas y palimpsesto

31/01/2015


Trabajar en entornos históricos puede ser un regalo envenenado. Desde que en 2007 ganase el concurso para la ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias en Oviedo, Francisco Mangado ha tenido que enfrentarse a todo tipo de problemas. Unos, los contextuales, fueron inevitables: desde la necesidad de conservar todas las fachadas declaradas bienes culturales —tuviesen o no valor artístico— hasta la aparición, durante el transcurso de las obras, de restos romanos a los que hubo que acomodar en el nuevo edificio, y que sirvieron a la postre para que los arqueólogos revisasen la propia cronología de la ciudad. Los otros, de tipo presupuestario y debidos a la crisis económica, provocaron la renuncia por parte de la Administración a construir la segunda fase de la ampliación del Museo, una controvertida decisión cuyo resultado ha sido que, cercana ya la fecha de inauguración, no exista una conexión adecuada entre el viejo y el nuevo edificio. Con estos retorcidos mimbres, Mangado ha sabido, sin embargo, trenzar un tejido hermoso, que se incardina respetuosamente en su contexto. Para ello se ha servido de dos materiales: la secuencia de fachadas históricas, que ha tratado como un objet trouvé y como un telón que cubre la escena del nuevo edificio; y la estructura de patios de manzana, que se ha traducido en los vacíos que excavan el edificio y en el gran lucernario cuya sección, inquietantemente asimétrica, se asoma ya a la plaza de la catedral.


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