Arte y cultura  Entrevistas 

Luis Mansilla & Emilio Tuñón: «La Escuela fue una suerte para nosotros»

Madrid, 1959-Barcelona, 2012 / Madrid, 1959

Luis Fernández-Galiano  Luis Moreno Mansilla  Emilio Tuñón 
30/12/2006


Luis M. Mansilla: Muchas cosas que ocurren en la vida son mezcla de voluntad y de azar. Mi padre era ingeniero naval, pero también por parte de mi madre había familia relacionada con el arte. Llegó el momento de elegir carrera y yo pregunté a mi hermano gemelo: «¿Tú que vas a hacer?». Y él me dijo: «Voy a ser ingeniero naval». «Pues yo voy a arquitectura, para hacer una cosa distinta». Parece un poco de broma pero así fue.

Emilio Tuñón: Es curioso el paralelismo, mi padre era marino y mi hermano ingeniero naval también. Yo pensé en hacer ingeniería naval. Pero las habilidades artísticas que tenía llevaron a que mi madre me empujara a hacer arquitectura, y realmente descubrí un mundo hermoso.

Luis M. Mansilla: La Escuela de Arquitectura de Madrid fue una suerte para nosotros, muchas veces lo pensamos. La seriedad, la profesionalidad y sobre todo la transmisión de pasión fue una cosa importantísima.

Emilio Tuñón: Yo recuerdo a Juan Navarro abriendo una puerta, y entonces uno entra en un mundo del que no volverá a salir jamás. Como decía Rafael Moneo en una conferencia, es verlo todo a través de la arquitectura, y eso ya no se abandona nunca. Además de Navarro y Moneo, estaba muy presente la figura de Oíza, que era el gran maestro de la Escuela de Madrid, al que todos admirábamos.

Luis M. Mansilla: Creo que esta formación fue definitiva, y todavía alcanzó un grado más de complejidad cuando luego trabajamos en el estudio de Rafael Moneo. Es un estudio, como todo el mundo sabe, muy disciplinar, muy basado en el análisis concienzudo de la realidad y con una voluntad de resolver los problemas técnicos de la arquitectura, no solamente los artísticos o los culturales. Eso nos dio una base muy sólida para empezar, realmente no entenderíamos nuestro trabajo sin haber pasado estos diez años de esfuerzo y de disciplina en el estudio de Rafael. Estuvimos en la Fundación Miró, yo estuve llevando el Thyssen, un proyecto que seguí desde el principio hasta que acabó la obra, y también muchos concursos en los que se participaba en aquel momento. Fue una experiencia muy atractiva porque aprendimos que la arquitectura tiene muchas capas que hay que hacer coincidir. Es decir, uno podía estar haciendo una reflexión casi intelectual sobre la arquitectura y a la vez sobre el cliente, el programa o el lugar, y había que mezclar todo eso. Creo que esta fue una enseñanza muy bonita y que nos ha sido muy útil...[+][+]


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