Llàtzer Moix elabora parábolas y axiomas en su aguda lectura de las vidas de arquitectos, de sus obras, personalidades o aportaciones a la ciudad y al medio. Algunos memorables libros suyos como La ciudad de los arquitectos o Queríamos un Calatrava están repletos de alegorías y anécdotas valiosísimas, y lamento que estos escritos, perspicaces y a veces admonitorios, no estén disponibles en inglés.
Por su larga asociación con La Vanguardia como crítico cultural, Moix ha podido entablar conversación con todas las figuras prominentes —arquitectos sobre todo— que han pasado por Barcelona durante los veinte años que lleva en el periódico. En su última obra, Palabra de Pritzker, este lúcido autor ha posado su mirada crítica en veintitrés laureados con el premio de arquitectura más importante, dando forma a un conjunto de entrevistas cuidadosamente confeccionadas para cada uno de ellos, lo que hace emocionante su lectura.
Cada capítulo bosqueja un retrato y un autorretrato a través de las reconocibles introducciones de Moix y las respuestas de cada arquitecto a su interrogatorio. Comienza con Frank Gehry, el mayor de los pritzkers vivos, y termina con el más joven y reciente, Diébédo Francis Kéré. Paulo Mendes da Rocha y Richard Rogers aparecen, pese a que no han vivido para ver el volumen terminado.
Obras sobre los Pritzker y sus galardonados ya ha habido antes, pero Palabra de Pritzker tiene una fuerza y una cercanía que no suelen encontrarse en este tipo de publicaciones, sin duda a la altura de su sugerente título, que alude tanto a la palabra pronunciada como a la palabra de honor. Hay un momento conmovedor cuando Moix pregunta a Kéré qué significa ‘Diébédo’, a lo que él contesta: «El que ha venido a mejorar las cosas». Una respuesta desde luego acertada en nuestros tiempos turbulentos, y un buen augurio para este libro que, con su rico tapiz de voces, celebra un premio que nació para mejorar las cosas.