Aranda, Pigem y Vilalta (RCR Arquitectes) son magos de descubrimientos minerales y naturales. Su arquitectura evoca intuiciones sensuales, refracciones y densidades de las condiciones materiales más elementales, tanto si se trata de una plancha de acero cortén, una formación de rocas sedimentarias, un terreno de suaves ondulaciones o una astilla de vidrio multiplicada al infinito. Sus cuidadosas composiciones fijan su mirada en el esplendor de la naturaleza. Este proceder estaba presente en una de sus primeras y más convincentes obras, el estadio atlético de Tussols-Basil en Olot (1991-2001). El discreto conjunto que forman el paisaje y las pistas deportivas sorprende al visitante por su lectura entrelazada, un lugar en el que naturaleza e infraestructura, elementos orgánicos e inorgánicos, se disuelven en un movimiento intercambiable. Más allá de su brillante emancipación de los tipos convencionalmente asignados a las instalaciones de atletismo, la arquitectura delimita un claro tranquilo en un denso bosque de robles. Perceptible desde la distancia y la cercanía, el claro se hace más extraordinario al ser visto desde lo alto de uno de los postes inclinados de iluminación que, como centinelas, rodean las pistas. El estadio es una intervención bucólica en el terreno, un paisaje fragmentado pero sereno, una arena sin límites donde corredores y espectadores, árboles y rocas reclaman su espacio al bosque de manera confiada y discreta. Es un lugar cautivador que recuerda el cuadro de Magritte Le blanc-seing, donde la amazona y el bosque son virtualmente indivisibles...[+]