La recién inaugurada Neue Galerie de Nueva York es un museo discreto e impecable situado sobre la famosa ‘milla de los museos’ neoyorquina, ese impresionante tramo de la ciudad donde se alinean desde el mastodóntico Metropolitan, el inquieto Guggenheim y el profundo Whitney, hasta la, en comparación, diminuta Frick Collection. Lo que a uno inmediatamente le llama la atención de la Neue Galerie es la desaparición por arte de magia de la esquina de la calle 86 con la Quinta Avenida, a medio camino entre el Metropolitan y el Guggenheim. Al acercarse al edificio, uno queda prendado por la tranquila dignidad de la mansión de seis plantas transformada en museo, cuyo exterior no da idea de la extraordinaria colección de arte y diseño alemán y austriaco de principios del siglo XX que encierra. La increíble historia de este singular periodo, que tanta influencia tuvo en su momento, queda bien representada en la exposición inaugural. Una constelación de artistas, desde la Secesión vienesa a la Bauhaus, comparten un entorno en el que además de las inevitables obras de Klimt pueden encontrarse admirables lienzos de Egon Schiele, Max Beckman y Emil Nolde. En contraste con el expresionismo decorativo y a menudo voyeurista de muchas de estas obras, la Neue Galerie se deleita en el poder de la sutileza arquitectónica proporcionando un marco sobrio a su imperiosa intensidad visual...
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