Los libros de la editorial Arquine han contribuido enormemente a la difusión del rico legado de la arquitectura moderna en México, tanto si se trata de las obras de un maestro conocido u olvidado, como si hablamos de un talento establecido o emergente. El arquitecto Mauricio Rocha pertenece a este último grupo y, como evidencia la compilación de su trabajo, es además uno de los profesionales más dotados de su generación.

Elegantemente diseñada, esta publicación nos conduce por la trayectoria de Rocha desde sus inicios, hace más de dos décadas, hasta llegar a la magistral Escuela de Artes Visuales de Oaxaca (2009) y más allá. El conjunto de sus realizaciones trasciende la mera secuencia temporal para mostrar el empeño de un artista-arquitecto por construir —con materiales modestos pero convincentes— una carrera extraordinaria. Comprendemos así la trayectoria singular y firme de un autor cuyas intuitivas obras nos sorprenden a medida que pasamos de un proyecto al siguiente.

Analizando la obra de Mauricio Rocha, es evidente su admiración por lo que podría semejarse a una architettura povera (evocando su entusiasmo por el arte povera), y esto no sólo por su amor por los materiales humildes, sino sobre todo porque en ellos encuentra una aproximación coherente a la arquitectura tradicional de México, muy lejos de los gestos llamativos y espectaculares tan queridos por la generación anterior de arquitectos mexicanos, así como por una generación más joven pero con tendencia a apropiarse o a imitar las pasajeras tendencias globales.

La arquitectura de Mauricio Rocha y su Taller de Arquitectura revela lo que, para el autor, es esencial alcanzar en su trabajo. Hay en él una idea de pertinencia tanto con relación al emplazamiento donde se ubican sus edificios como al modo en que son ejecutados. Nada podría estar más alejado de nuestra década agitada, desfigurada por torrentes de información y por la sobrexposición a los efectos mareantes de la forma por la forma. Uno de los numerosos placeres del libro es descubrir obras como el Mercado San Pablo Oztotepec, construido en una las áreas más pobres de Ciudad de México: un complejo cuyo lírico anonimato permite prosperar a los numerosos agentes vinculados a su vibrante programa. Se trata de una arquitectura optimista, orgullosa de su pedigrí milenario y segura de su lugar en este presente turbulento.

La portada del libro muestra una pequeña fotografía insertada a modo de ventana sobre un fondo por lo demás neutro. ¿Es una ventana al mundo del arquitecto? ¿Un resumen? ¿Un mensaje? ¿Un pasadizo? ¿Un signo? ¿Una invitación? ¿Una revelación? Es todo eso, como comprendemos al ver el contenido. Ensayos breves a cargo de Miquel Adrià y Humberto Ricalde, entre otros autores, y una conversación con Rocha, encuadran y completan los proyectos. Este diálogo entre el arquitecto y el poeta Javier Barreiro Cavestany es un conjunto de reveladoras y fascinantes reflexiones en las que Rocha explica con detalle su filosofía del lugar y la cultura. Muy significativas son sus agudas observaciones acerca de los ‘intangibles’ que miden y trascienden la arquitectura. Esta conversación y el simple placer de estudiar obras de una belleza tan discreta hacen de este volumen una aportación indispensable en cualquier biblioteca. Es el tipo de libro que, como la arquitectura que contiene, se visita de nuevo una y otra vez.