Le Corbusier es inagotable. Ahora le llega el turno a la investigación sobre su trabajo como ‘arquitecto de libros’, acertado subtítulo de este volumen, ya que —explica la autora— «Le Corbusier concebía sus libros no sólo como proyectos intelectuales, sino también como obras concretas que pretendía controlar de la A a la Z».
La lista que Le Corbusier se atribuye como obras propias asciende a 35 títulos (cuyas cubiertas se ilustran a toda página en este volumen), sin incluir los ocho tomos de su Oeuvre complète. Esta producción editorial estuvo presente en toda la vida del arquitecto, ya que empezó con su Étude sur le mouvement d’art décoratif en Allemagne, de 1912 (con tan sólo 25 años y firmada con su nombre original, Charles-Édouard Jeanneret), y terminó con Mein Werk / L’Atelier de la recherche patiente, de 1960 (con 73 años y ya venerado como un maestro).
El estudio de De Smet revela curiosidades típicas de Le Corbusier. Por ejemplo, considerar suyas obras en las que han intervenido otros autores, como Ozenfant en Après le Cubisme y La Peinture moderne, o François de Pierrefeu en La Maison des hommes; aunque los casos más llamativos son los de Les Trois Établissements humains, escrito por un colectivo de diez personas del grupo ASCORAL, y, sobre todo, La Charte d’Athènes, aparecida en 1943 pero teóricamente surgida del Ciam IV, celebrado en 1933.
Las relaciones de Le Corbusier con sus editores oscilaban «entre la abierta simpatía y la rotunda hostilidad». Ello se debía a que el arquitecto quería controlar todo el proceso editorial, desde el formato y la maqueta, hasta la tipografía y la encuadernación. Y eso que los libros de Le Corbusier no se caracterizan por ser muy revolucionarios en su aspecto editorial, sobre todo en comparación con los innovadores diseños de la Bauhaus ideados por Albers y Tschihold. Lo que distingue a estos 35 libros es la profusión de ilustraciones y su uso como un ‘mensaje paralelo’ que pretendía causar en el observador un impacto directo. Las comparaciones de templos griegos y automóviles en Vers une architecture (1923) se cuentan entre los mejores ejemplos. Todo esto y mucho más nos cuenta de manera amena y rigurosa la autora de este libro, profusamente ilustrado a todo color con las cubiertas de prácticamente todas las publicaciones en las que intervino Le Corbusier. Se trata, en fin, de una obra imprescindible para cualquier amante de los libros de arquitectura.