Es éste un Mies para menores: simplificado y expurgado de fragmentos escabrosos, como se aligeraban los clásicos que debía leer el Delfín de Francia. Simplificado, porque el extenso y complejo trayecto creativo de Mies van der Rohe se apocopa en 60 obras descritas taquigráficamente, e ilustradas de forma casi insultantemente económica; y expurgado, porque la brevedad del relato obliga a prescindir tanto de los divertículos más ominosos de la biografía como de las anécdotas más patológicas de las construcciones. Con todo, este Mies compacto para todos los públicos aspira a reflejar con rigor los hechos más notables de la vida y los proyectos más significativos de la obra, y ha procurado no excluir ninguna de las referencias básicas, ninguno de los colaboradores fundamentales, ninguno de los intérpretes esenciales. La mera mención, desde luego, apenas puede dar cuenta de la compleja actitud de Mies ante Schinkel o Berlage, la naturaleza de su deuda con Behrens o Bruno Paul, la importancia de su relación con Lilly Reich o Hilberseimer, el carácter de su vínculo con Gropius o Johnson, los matices de su diálogo con Le Corbusier o Wright: la ausencia de detalles transforma el intrincado tapiz de la Alemania de Weimar o la América de posguerra en un escuálido diagrama, pálido como un rostro sin sangre, y esquemático como un texto escolar. Se habría querido citar in extenso la abyecta proclama de apoyo al Führer que firmó junto con el escultor Kolbe y el pintor Nolde, publicada por el órgano nazi Völkischer Beobachter; describir minuciosamente su actitud parasitaria y distante frente a su mujer, hijas o amantes; o explicar los pormenores de su oportunismo profesional, su aprovechamiento interesado de manifiestos y movimientos, su indiferencia solitaria y el contraste abrasivo entre su calculador pragmatismo y su olímpico aislamiento: pero estos parajes sombríos podrían producir escándalo en los que ignoran que el arte florece como las rosas en el estiércol... [+]