La forma es la forma es la forma
En la obra de LAN, la forma sigue a la forma. Como en la conocida línea de Gertrude Stein —‘Rose is a rose is a rose is a rose’—, la reiteración es fuente de identidad y de emoción. La escritora norteamericana incluyó el poema que contiene la mítica cita en un libro publicado en 1922, Geography and Plays. Tres años antes apareció Piedra y cielo, la obra del español Juan Ramón Jiménez que se abre con su poesía más breve —‘No le toques ya más, que así es la rosa’—, una recomendación estética que el laconismo seco de Benoît Jallon y Umberto Napolitano expresa igualmente con rigor ecuánime. Entre la rosa repetida de Gertrude Stein y la rosa desnuda de Juan Ramón Jiménez, la obra del estudio parisino hace de la forma multiplicada y despojada el marco conceptual de su trabajo exacto y exigente, donde a la rosa lírica se llega tras reducir la arquitectura a geometría urbana y construcción material.
Si su admirado Aldo Rossi nos enseñó a entender la arquitectura de la ciudad, Jallon y Napolitano nos instruyen sobre la geometría urbana, conscientes como el milanés de que la función sigue a la forma, y de que ésta debe poder albergar los usos cambiantes y las mudanzas vitales de las sociedades y las gentes en el devenir histórico. Su arquitectura de prismas y pieles es tenazmente urbana en la inserción de sus formas elementales en las tramas ciudadanas, e incansablemente experimental en la articulación superficial de sus cerramientos materiales, conjugando reiteración volumétrica y depuración expresiva para llegar a levantar objetos metafísicos, intemporales y duros como las rosas de bronce moldeadas en cera por el Eupalinos de Paul Valéry, y habitados por el flujo tumultuoso y mudable de la vida líquida, amalgamando con el fuego los metales y las rosas.
El lenguaje de las construcciones urbanas de Jallon y Napolitano es siempre deliberadamente neutral, abstracto hasta el límite, y ajeno a la figuración por cuanto en ellas también la figura sigue a la forma, de manera que su diálogo con el fondo de la ciudad no utiliza el contrapunto sino la sintonía. Musical en sus geometrías pautadas, la arquitectura de los socios de lan aspira, acaso como el Haussmann a cuyos criterios para la radical transformación de París tanta atención han prestado, a la ‘poésie de l’ordre et de l’équilibre’ que el Préfet de la Seine menciona en sus Mémoires como guía de su actividad urbanística. Juzgándose a la vez administrador y artista, el compromiso del barón con la ‘régularisation’, frente a tantos adversarios ‘peu coutumiers de la ligne droite’, tiene digna continuidad en el trabajo de estos dos arquitectos empeñados en alcanzar la poesía de la rosa a través de la línea recta, las superficies regulares y los volúmenes rotundos.