En la balsa de piedra
Rescatado Portugal en 2011, y España al año siguiente, los dos países ibéricos parecen estar alejándose de Europa como la balsa de piedra que Saramago imaginó desprendiéndose del continente tras abrirse una grieta en los Pirineos. Pero esta catástrofe económica, que está devastando el tejido social con la misma violencia que el terremoto de Lisboa fracturó el tejido físico peninsular hace dos siglos y medio, no debería lesionar la voluntad compartida de permanecer firmemente anclados en la moneda y las instituciones europeas. En este último periodo, Portugal y España —que recuperaron la libertad casi simultáneamente, ingresaron a la vez en la Unión Europea, y adoptaron el euro al unísono— han experimentado un florecimiento arquitectónico que no es ajeno al auge económico, y que podría marchitarse si la crisis financiera, fiscal y política rompe las amarras que nos unen al resto del continente.
Esta revista dedicó su primer número a Portugal en 1994, celebrando el vigésimo aniversario de la Revolución de los Claveles, que abrió un tiempo nuevo para el país y para su arquitectura. Era aquel un momento de especial optimismo, marcado por la capitalidad cultural europea de Lisboa y los preparativos para la Exposición Universal que se celebraría en la ciudad cuatro años más tarde. Hoy, casi dos décadas después, regresamos a un Portugal donde el deterioro económico y los recortes sociales han creado un clima de desánimo, agudizado en el caso de los arquitectos, como en España, por el colapso inmobiliario y el frenazo en la inversión pública. El rescate financiero del país se produjo exactamente veinticinco años después del ingreso en Europa, por lo que este número marca un cambio de ciclo, y a la vez saluda elegíacamente los frutos tardíos de una etapa fértil en lo material y en lo cultural.
Entre una y otra monografía de AV han aparecido dos de Arquitectura Viva, que contribuyen a jalonar el periodo con hitos singulares: ‘De Oporto a Lisboa’ daba cuenta en 1998 del traslado del protagonismo arquitectónico del Duero al Tajo, en el marco de la Expo y la internacionalización de un país que adoptaría el euro al año siguiente; ‘Portugal panorámico’ registraba en 2006 un estancamiento que traería nubes de tormenta, por más que el espíritu reformista expresado en las urnas hiciera confiar en una pronta recuperación. Pero no ha sido así, y en las actuales circunstancias sólo podemos desear que la exquisita cualidad material y contención formal de las obras aquí publicadas sean testimonio de la solidez de nuestra compartida balsa de piedra y de la común pertenencia al mundo cultural europeo, así como un estímulo para que nuestros colegas del otro lado de la ‘raya seca’ reconquisten el esplendor de Portugal.
Luis Fernández-Galiano