En el mundo como en casa, un itinerario

Richard Ingersoll 
30/11/2010


A mediados de diciembre de 2010 tuve ocasión de visitar algunas de las obras construidas por Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, durante un viaje de tres días que empezó en Córdoba, continuó por Mérida y Madrid y desde allí me llevó a Valladolid y San Sebastián. El clima fue cambiando, de templado y agradable entre los naranjos de Andalucía a aguanieve y nieve en los puertos de montaña hacia el norte. Con la misma radicalidad parecían cambiar los contextos culturales, desde el armonioso tejido encalado de la antigua capital omeya a la disonancia cosmopolita de la capital del Estado moderno, pasando por la imaginería eclasiástica del que fue a principios del Renacimiento el centro del poder político de los Reyes Católicos, para finalizar en la borrosa frontera con Francia y su identidad vasca compartida. Los arquitectos Nieto y Sobejano, asociados profesional y vitalmente, han producido soluciones diferenciadas para cada situación geográfica. Como muchos otros estudios en España y en todo el mundo, evitan repetirse a sí mismos hasta el punto de hacer difícil reconocer un estilo propio. Pese a ello, he empezado a encontrar, a un nivel muy general, unos cuantos temas unificadores y motivos que reaparecen en sus proyectos, lo que me ha llevado a conjeturar que su mayor coherencia es lograr, a través del uso de los materiales adecuados y de una manipulación cuidadosa de la luz natural filtrada, que el usuario se sienta cómodo, a gusto.

Al preguntarle a Enrique cuál ha sido la mayor influencia en su periodo de formación, esperando oír respuestas del tipo ?El Escorial’, ?La Alhambra’, ?Loos’, ?Utzon’, ?Barragán’ o ?de la Sota’, su respuesta fue, sencillamente: «viajar». En la obra de Nieto y Sobejano se pueden encontrar conexiones con las grandes líneas de la modernidad del siglo XX, así como con otros arquitectos españoles contemporáneos, pero a lo que más recurren como fuente de impresiones es a su propio trayecto vital. La pareja de arquitectos se conoció a principios de los 1980, en un viaje realizado mientras cursaban un posgrado en la Universidad de Columbia, en Nueva York; posteriormente, como codirectores entre 1986-1991 de la revista Arquitectura continuaron viajando por todo el mundo. Desde entonces no han parado, y en los últimos cinco años, tras abrir estudio en Berlín —desde donde se dirigen los proyectos en marcha en Alemania y Austria— hacen varios viajes transeuropeos al mes. Sus viajes van más allá del interés por el turismo arquitectónico y constituyen algo así como una investigación del espacio y el tiempo; salir de Madrid les ha permitido enfrentarse a otros modos de vida, otros espacios, materiales, condiciones lumínicas y patrones que, además de enriquecer su vocabulario arquitectónico, les han obligado a ponerse de acuerdo sobre la calidad de la arquitectura de la que llaman su casa. Nieto y Sobejano han evolucionado como españoles críticos con una elevada conciencia de las cualidades formales y sociales de su entorno. Como buenos viajeros, han aprendido a adaptarse fácilmente a diferentes lugares sin perder el sentido de su identidad. Son al mismo tiempo receptivos y propositivos...


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