Dudo de que alguna vez sepamos si las curiosas resonancias de la 14ª edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia son fruto de la casualidad o bien han sido intencionadas. En primer lugar, su extraordinaria continuidad con el ‘Palazzo Enciclopedico’ de Massimiliano Gioni, que fue el tema de la última Biennale de arte. Movido por una manía semejante de abigarrar un espacio físico con la totalidad del conocimiento, Rem Koolhaas ha dirigido un gran equipo de jóvenes investigadores para producir una exhaustiva, y a menudo extenuante, documentación sobre quince ‘elementos’ de la arquitectura, que se presenta como exposición principal en los Giardini. En segundo lugar, el espectacular arresto del alcalde de Venecia, Giorgio Orsoni, y de otros 33 políticos locales, el mismo día en que se inauguraba la muestra, un hecho que sugería el contenido de la otra exposición de Koolhaas en esta Biennale, ‘Monditalia’— cuyo título evoca la película italiana Mondo Cane (en español, Este perro mundo)—, presentada en el Arsenale y que a pesar de su promesa de hacer hincapié en las artes en Italia —el cine, la danza, la música— en realidad es una denuncia de la corrupción en aquel país, uno de los factores que limitan su considerable potencial cultural. En consonancia, Cino Zucchi, el comisario del Pabellón de Italia, ha elegido el título aparentemente inocente de ‘Innesti’, el término botánico que da nombre al injerto de una nueva rama en un árbol viejo y que en inglés se traduce como graft, otra palabra más para aludir a los sobornos políticos...
