Menos ladrillos, más ordenadores». El presidente José Luis Rodríguez Zapatero eligió la plaza de toros de Vista Alegre para acuñar el lema del nuevo modelo económico que propugna. Tras el desplome del sector inmobiliario, la primera parte del programa está garantizada; no es tan seguro que la segunda pueda alcanzarse con sólo voluntad política. ‘Ladrillo’ es una forma abreviada de referirse a la construcción, y posee abundantes connotaciones negativas, ya que en el uso común se asocia a la edificación excesiva y a la promoción especulativa; ‘ordenador’, por el contrario, remite al mundo fascinante de la red, y sirve como signo de la nueva economía del conocimiento. Censurar los abusos inmobiliarios y preconizar la modernidad informática suscita el aplauso fácil, pero no es seguro que dibuje un modelo verosímil: por un lado, la construcción no merece el papel de chivo expiatorio de la crisis, ya que ha sido un motor de la prosperidad española durante muchos años, y desempeñará sin duda un papel relevante en el futuro económico del país; por otro, el desarrollo basado en la innovación y el conocimiento difícilmente puede ofrecer resultados a corto plazo, habida cuenta de la precariedad actual de las universidades y la investigación, necesitadas de una reforma educativa desde los cimientos que sólo puede dar frutos tras décadas de esfuerzos...


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