Opinión  Sociología y economía 

Ciudades españolas tras el virus

El éxodo irreversible

Sergio del Molino 
27/10/2021


Se piensa que el coronavirus vacía las ciudades. Cientos de noticias y reportajes dieron por hecho este éxodo desde marzo de 2020. No hay provincia en la que no se haya registrado un pueblo al que han llegado dos o tres familias huyendo de la ciudad, y en algunos lugares se ha encarecido el mercado inmobiliario, animado por una supuesta gran demanda. Por desgracia, es muy difícil separar el grano de la paja en esas informaciones, que están hechas de proyecciones y especulaciones. Un aumento de las búsquedas de vivienda rural en un portal inmobiliario es argumento suficiente para dictaminar que el campo se repuebla, aun cuando no se registren alzas significativas en las operaciones de compraventa. Los informes del sector que he consultado hablan de un desplome generalizado de la demanda en las zonas urbanas y rurales, con algunos repuntes leves y localizados en zonas concretas.

Como suele suceder con todo lo relacionado con la España vacía, las informaciones periodísticas adolecen de un enorme sesgo. Por un lado, se centran en la anécdota aislada (una familia se instala en una aldea de Lugo, por ejemplo), sobredimensionándola (ignorando los cientos de aldeas de Lugo donde no se ha instalado ninguna familia). Por otro, desprecian la visión de conjunto y mezclan datos estadísticos veraces con intuiciones vagas y proyecciones sin rigor. Hay mucho movimiento cívico y mucho caso particular, pero poco número.

Un estudio de Remax, que es una de las mayores redes de agencias inmobiliarias del mundo, habla de una caída generalizada del sector en todos los ámbitos. Caen los compradores drásticamente y un poquito los vendedores. Esto ha abaratado los alquileres urbanos en torno a un 10% y ha desplomado el precio de compraventa entre un 10% y un 20%, tanto en las zonas urbanas como en las rurales. Solo hay un repunte del alquiler rural de un 10%, el único efecto tangible de la pandemia. Es notable, pero actúa sobre una oferta muy escasa: hay pocas viviendas disponibles para alquilar en los municipios pequeños. Desde luego, no hay una sola cifra que justifique el optimismo por la vuelta al campo. Al contrario, el mercado rural se ve tan afectado por el desplome económico como el urbano. Los fondos de inversión inmobiliarios no han puesto sus garras sobre el mercado rural y, en general, están ‘desinvirtiendo’, quitándose parques de viviendas que no pueden sacar al mercado para no perder valor en bolsa.

No sé si con el tiempo y con un mundo transformado, en la arcadia comunista de Žižek o en las comunidades solidarias de Solnit, la reversión del éxodo rural será una realidad. De momento, solo es una expresión más (quizá mercantilista y banal) de esa nueva alborada donde «saldremos mejores» y menos urbanitas. No solo no hay motivos para creer que esté sucediendo algo así, sino que se obvia que las grandes ciudades son víctimas de su éxito. Pese a su hostilidad, su encarecimiento, su entrega a los turistas y su pérdida de carácter, la población no para de crecer.

Aunque parece que el éxodo rural es una estampa del pasado, de campesinos con boina que llegan a Atocha con una cesta de gallinas, los movimientos internos que vacían el interior de España se han acelerado en el siglo XXI. Solo las cifras de Madrid impresionan. En los primeros veinte años del siglo, la capital creció un 15% (casi medio millón de nuevos vecinos, como si toda la ciudad de Málaga se hubiera mudado a Madrid). Pero eso no es nada comparado con los municipios del área metropolitana, cuya población aumentó un 61% (casi un millón de nuevos madrileños de extrarradio, como si toda la ciudad de Valencia se hubiera mudado a Getafe, Leganés o Alcobendas). En conjunto, Madrid y su área urbana han crecido un 31,5%, más del doble de lo que creció en el mismo tiempo la población española.

Lo mismo puede aplicarse a la mayoría de las capitales europeas, por no salir de este rincón del mundo y no perdernos en Asia o en Latinoamérica. Nada parece amenazar el modelo de las metrópolis en un futuro inmediato, con permiso de las pandemias.

Este texto está extraído del ensayo Contra la España vacía, publicado por Alfaguara en junio de 2021.


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