Opinión 

Duelo en las alturas

Opinión 

Duelo en las alturas

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2003


Tullio Crali, En picado sobre la ciudad, 1939

El rascacielos y el avión nacen con el cine y el jazz a principios del siglo XX, pero su inicial romance se hace agrio enseguida. Para Moses King, la cosmópolis del futuro está formada por edificios vertiginosos que se elevan hacia un cielo atareado de aeroplanos, e Iván Leonidov sólo puede imaginar su rascacielos interminable en diálogo con un avión; sin embargo, esas metrópolis optimistas que superponen gimnásticamente aparatos voladores y torres se tornan amenazantes en la depresión prebélica, erizándose de cañones, mostrando a los dirigibles como máquinas de guerra y representando a los cazas lanzándose en picado sobre la ciudad. De Alexandr Rodchenko a Tullio Crali, la iconografía violenta de la aviación contra el edificio deja obsoletas las bodas del Empire State con el dirigible que se amarra a su mástil, y en cada rascacielos hay un King Kong —o un Lenin— rodeado por aviones. Los felices años que hacían obligada la foto festiva en el avión de feria —de Kafka en el Prater vienés a Josef Hoffmann o Le Corbusier en París—han quedado atrás, y el incierto duelo en las alturas reemplaza definitivamente el sueño hipnótico de Brancusi: la ‘columna sin fin’ del rascacielos y el ‘pájaro en el espacio’ del avión en armonía última y perseverante paz perpetua...[+]


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