La idea del proyecto de esta escuela infantil era sugerir la atmósfera de un bosque. Situado en un nuevo desarrollo del campus universitario de Orense, el edificio se dispone en una sola planta por razones de uso y accesibilidad, y está construido con la economía estructural propia de la arquitectura vernácula. Cuatro pantallas de hormigón armado —que llevan embebidas las instalaciones básicas del edificio— sostienen dos losas del mismo material, con la que se resuelven suelos y techos. Completado con un muro de bloques de arcilla aligerada de 19 centímetros de espesor, el conjunto se reviste con una celosía de madera de cedro tratada con lasures para mejorar su durabilidad, y pintada de verde. El diseño de la celosía y la elección de la madera responden a requerimientos que son a la vez estéticos, mecánicos y climáticos: dar unidad visual al conjunto; aligerar la carga en los vuelos estructurales, y combatir el clima local —con saltos térmicos de hasta 40º C entre el verano y el invierno—, mejorando la protección solar y favoreciendo la ventilación cruzada.