El Sector 27, una zona muy pobre y poco urbanizada situada a las afueras de la capital de Burkina Faso, es el emplazamiento del CBF, el Centro para el Bienestar de las Mujeres, que ayuda a prevenir las mutilaciones genitales femeninas, proporciona a las mujeres atención médica y asesoramiento legal, y fomenta de este modo la sensibilización sobre sus derechos sexuales y reproductivos.

Construido sobre un terreno de 1.600 metros cuadrados donado por las autoridades municipales, el complejo segrega el programa en dos edificios distintos pero relacionados: por un lado, el centro de formación y las zonas de administración y gestión; por el otro, una dotación de consultoría clínica y de asistencia psicológica y jurídica. El resto de instalaciones (una garita, un núcleo de aseos y unos almacenes) se integran en el cerramiento de la parcela.

Las dos piezas principales del edificio se sitúan sobre una plataforma artificial, que se levanta sobre el terreno para garantizar las condiciones higiénicas y climáticas (protección contra el polvo, el barro y la humedad) requeridas por el programa. Los volúmenes se disponen libremente sobre esta plataforma, articulándose en torno a una serie de patios sombreados y ventilados que garantizan la privacidad desde el exterior.

Los muros del complejo se levantaron con ladrillos de tierra apisonada construidos in situ usando una mezcla de barro, cemento y agua. Para acelerar la construcción y facilitar su eventual reutilización, no se usó mortero. La protección contra la lluvia y la radiación solar se garantizó mediante una cubierta ligera de PVC, resistente al agua y reciclable, sostenida por una estructura de ‘árboles’ de acero, y colocada dos metros por encima del techo de los espacios individuales.

La cámara situada entre la pérgola y el techo de las piezas, así como el falso suelo de la plataforma, unidos al hecho de que todas las aberturas del edificio disponen de persianas practicables, contribuyen a favorecer la ventilación natural, controlando así de manera pasiva la temperatura interior de las instalaciones. Otras medidas de reducción del consumo de energía (como el disponer sólo de aire acondicionado mecánico en las salas de medicina, para asegurar la calidad del aire) se complementaron con estrategias activas de producción in situ con fuentes renovables, cuyo fin es el autoconsumo: el agua procede de un pozo; un conjunto de paneles fotovoltaicos reducen la necesidad de encender el generador eléctrico.

Finalmente, el espacio exterior se concibe como un ámbito permeable que se abre al pueblo de tal modo que pueda convertirse en un lugar apropiado para la celebración de todo tipo de eventos, permitiendo que el centro llegue a ser el corazón de la vida comunitaria.