Al pasear por Córdoba se percibe de una manera inmediata la atmósfera mediterránea y abierta de sus espacios urbanos: calles y plazas que se colonizan espontáneamente formando una trama urbana de escala amable, casi doméstica, que sólo se amplía en el bosque de columnas que construye el potente recinto simbólico de la Mezquita Catedral.

El carácter mediterráneo de la ciudad y la referencia inevitable a su arquitectura histórica se han aliado en este proyecto para el nuevo CACC (Centro Abierto de Actividades Ciudadanas), un espacio polivalente cubierto, concebido como un zoco tornasolado bajo el cual pueden celebrarse actos públicos de distinta naturaleza, desde los lúdicos o relacionales propios de un ámbito público hasta las actividades del mercado ambulante que se posa cada quince días sobre este antiguo vacío urbano.

La estratigrafía del proyecto, que se despliega de arriba abajo, da cuenta tambien de la gradación funcional o simbólica de las distintas partes que componen la geometría de este abánico cromático de parasoles. El plano superior esta formado por las cubiertas revestidas con bandejas enterizas de aluminio lacado, cuya policromía, diámetro y altura variables se entrelazan para formar un tejido poroso que se convierte en un verdadero vestíbulo urbano.

El segundo estrato geométrico se produce en los techos interiores de los paraguas, que se han lacado en el mismo color blanco reflectante de los fustes de tal modo que pueda atenderse a dos fines complementarios: generar, por un lado, un juego de reverberaciones variables y, por otro lado, disponer un superficie adecuada para reflejar la luz procedente de las luminarias integradas en el propio parasol.

El plano del suelo, finalmente, da cuenta de la experiencia de contacto directo con el peatón y está tratado como un inmenso tapiz que señala o induce las múltiples actividades que pueden darse bajo el umbráculo, manifestando también una vocación vernácula al mimetizarse con los colores que tradicionalmente ha usado la arquitectura de la ciudad.