Palacio de San Telmo, Sevilla
Guillermo Vázquez Consuegra 

Palacio de San Telmo, Sevilla

Guillermo Vázquez Consuegra 


El Palacio de San Telmo, situado extramuros de la ciudad histórica e integrado en el paisaje del río Guadalquivir, constituye uno de los edificios civiles más sobresalientes de la arquitectura barroca española. Construido entre 1682 y 1796 como Colegio-Seminario de la Universidad de Mareantes, fue transformado en la segunda mitad del siglo XIX para albergar la residencia de los duques de Montpensier. Cedido a la Iglesia para su utilización como Seminario Metropolitano, ha venido funcionando hasta los años finales del siglo XX. Este periodo ha sido considerado el más lesivo para la herencia de San Telmo, ya que supuso no solo su demolición interior, sino la transformación de su configuración formal y tipológica.

La propuesta plantea una intervención que, por primera vez en su historia, afecta a la totalidad del edificio, según un proceso complejo en el que se suman y superponen acciones de restauración, rehabilitación, reconstrucción y nueva edificación, cuyo objetivo es dotar de coherencia interna a todo el conjunto construido, introduciendo una arquitectura cuyos fundamentos se basan en la consideración de la memoria histórica del edificio.

El edificio nuevo escucha al viejo con la convicción de que sólo este podrá sugerir el camino a seguir, interpretándolo desde la contemporaneidad, con una actitud que se distancia tanto del mimetismo o camuflaje historicista como de la posición de contraste propia de la modernidad, transitando en esa franja intermedia que busca conseguir una trabazón armoniosa y coherente con la arquitectura preexistente. Una arquitectura que se corresponde con aquella otra tradición de la modernidad que no implica ruptura, en la que se produce una cierta interacción entre los lenguajes innovadores y aquellos otros consolidados de la historia, de manera que entran en resonancia y devienen lenguajes complementarios, procurando, en definitiva, una cierta continuidad física e histórica.

De esta manera, el Palacio de San Telmo recuperado expresa claramente que no hay nada más contemporáneo que el pasado, ni nada más antiguo que el presente.