Hay historias que son difíciles de continuar, y la de la sinagoga de Dresde es una de ellas. Construida en 1840 por Gottfried Semper para los 5.000 fieles que la comunidad llegó a tener, fue reducida a cenizas en ‘la noche de los cristales rotos’, y en ese estado ha permanecido hasta la caída del muro de Berlín, cuando los judíos de la ciudad apenas llegaban al medio centenar. La llegada de otros creyentes desde los países del Este de Europa y el apoyo financiero de algunas familias emigradas a Estados Unidos ha hecho posible la construcción de un nuevo templo sobre el antiguo solar, cuya extensión se vio reducida en el transcurso de los años por la construcción de la ciudad socialista alrededor del casco histórico de trazas barrocas.

A pocos metros de la autovía que cruza el río Elba para adentrarse en el centro de Dresde, la parcela disponible debía albergar la sinagoga propiamente dicha y el centro parroquial. De mayor altura, la sinagoga concilia en un volumen cúbico la idea de fortaleza implícita en el templo de Salomón con el carácter efímero de las carpas que cobijaron al pueblo judío en su travesía por el desierto. El edificio es por tanto la suma de un prisma masivo y cerrado, y un baldaquino de tejido de latón que envuelve al interior el ámbito del culto. Ante la imposibilidad de hacer rotar el edificio de la sinagoga dentro de los márgenes del solar, su volumen gira sucesivamente en altura hasta alinearse con la orientación este, hacia donde debe mirar la torá. Formando una suerte de mueble de madera de roble tratada al aceite, los bancos para la congregación, el armario donde se guarda la torá y el púlpito central desde donde se leen las escrituras se ubican en un elemento independiente dentro de la carcasa exterior, de piezas prefabricadas de hormigón con árido de arenisca del Elba. Más abierto, el centro parroquial hace explícito su carácter de lugar de reunión mediante una fachada enteramente acristalada que se enfrenta a la sinagoga. En su interior, las oficinas y la cafetería se disponen alrededor del espacio de doble altura correspondiente a la sala de reunión, un ámbito de integración que puede ser alquilado por grupos ajenos a la congregación. Ambas piezas comparten una terraza que ocupa la totalidad de la parcela, formando un patio sobre el que crece una plantación ordenada de plátanos. Este vacío entre los edificios se corresponde con la parcela ocupada por la sinagoga de Semper y sus trazas han sido dibujadas en el suelo sobre una alfombra de esquirlas de vidrio que recordará para siempre la barbarie ocurrida en la noche del 9 de noviembre de 1938...[+]


Cliente Client
Jüdiche Gemeinde Dresden

Arquitectos Architects
Wandel, Hoefer, Lorch & Hirsch 

Consultores Consultants
Schweitzer Ingenieure (estructura structure); Zibell Willner & Partners (acústica acoustics

Fotos Photos
Norbert Miguletz