Este paquebote elegante expresa el orgullo olímpico de la Barcelona del 92 y la dignidad obrera de un enclave industrial. Destinado a la práctica del baloncesto de alta competición y sede de un equipo local mítico, el edificio asume un papel protagonista como nuevo punto de referencia en un entorno urbano heterogéneo y poco definido. Sobre la planta ovalada de inspiración clásica, abierta en uno de sus extremos para crear una entrada monumental que es plaza escalonada, se distinguen la estructura que encierra el gran espacio central y la que organiza los accesos y la circulación perimetral. La cubierta fabril de perfil dentado se resuelve con seis grandes vigas cajón unidas por un nervio longitudinal. Como en las catedrales antiguas, este entramado estructural proporciona una solemnidad luminosa a la liturgia de la práctica deportiva.