El nuevo Palacio de Congresos de Valencia se sitúa en la entrada noroeste de la ciudad, a la altura del kilómetro 2 de la carretera de Ademuz (la C-234), y será el foco catalizador del desarrollo urbano que se ha previsto para esta zona. La forma perimetral de la parcela está afectada por una gran rotonda de tráfico adyacente en su esquina noroeste, además de por otra menor situada en la parte suroeste. Así, aunque el edificio se levanta en la parte sur, recoge la esquina ortogonal en el suave arco de la fachada acristalada. 

Sección transversal por un auditorio

El proyecto consiste en dos planos curvos que se intersecan generando una planta de reminiscencias ópticas. El muro oeste, de curvatura más cerrada y realizado en hormigón, acoge las zonas de servicios, que se van adosando unas a otras en abanico. En su parte norte, este muro se desdobla para generar un paso de carga y descarga que permite el acceso a los vehículos industriales. Los tres auditorios, con capacidades respectivas para 1.462, 468 y 250 personas, se colocan en dirección longitudinal este-oeste. Entre ellos se acomoda el resto del programa: nueve salas para seminarios, despachos, salas de prensa, zonas expositivas, aseos, etcétera. La cafetería es un paralelepípedo blanco que sobresale del plano de vidrio en el extremo sur, junto al acceso principal. 

La fachada oeste es un muro cortina que se retranquea ligeramente del límite de la cubierta, y a través del cual se produce una abierta relación visual con el exterior. A lo largo de la misma y ocupando toda la altura del edificio discurre el vestíbulo-deambulatorio, desde el que se accede a los auditorios. Unos brise-soleil de vidrio translúcido protegen el gran paño acristalado de la fachada del exceso de soleamiento y matizan la intensa luz mediterránea. La altura descendente de la cubierta y la utilización del módulo horizontal de la fachada para las carpinterías de los parasoles enfatizan la perspectiva en escorzo desde el acceso. Los estanques junto a la fachada oeste refrescan el vestíbulo cuando el viento recorre su superficie, introducen los reflejos del sol en el interior, y proporcionan una imagen especular del edificio desde el exterior.

La cubierta, de aluminio revestido de zinc, describe una curva que asciende como una gran proa hacia la entrada, donde alcanza su altura máxima, 18 metros, y se apoya en ligeros pórticos de hormigón formados por pilares de planta circular y vigas de canto variable. Las evocaciones formales de esta sinuosa cubierta que parece flotar y de la planta se asoman al cercano mundo marítimo, de pesca y barcos, de aletas y velas, de brisa y agua.

Fachada oeste

Fachada este